La Masonería en la formación de valores adogmáticos

Conferencia que dicté en Posadas (Argentina) organizada por los Hermanos en el Club de la Sociedad Italiana, el pasado lunes 10 de abril.


Pocos temas despiertan tanto interés en las sociedades como el misterio que envuelve a la Masonería. Por siglos sus miembros han sido perseguidos, quemados y eliminados de las naciones por perseguir valores que hoy constituyen la mayoría de los principios que rigen al mundo.

En los albores del siglo XXI, cuando las libertades de pensamiento, manifestación, expresión ideológica y religiosa están protegidos por los estados, nos preguntamos: ¿Por qué la Masonería sigue estando oculta detrás del velo? ¿Qué tienen o cuáles son las actividades que realizan en sus lugares de reunión, como para que la sociedad no pueda conocer sin iniciarse en sus misterios? ¿Qué encierran sus prácticas a los ojos de la humanidad? Todas estas preguntas son respondidas en el libro que escribí para aclarar el papel de la masonería en la humanidad.

Los difíciles momentos de cambio que estamos viviendo indican que ha llegado la hora de repensar si es posible liberarnos de las moralinas que en nombre de lo divino atentan contra la misma existencia de la humanidad. En el mundo posterior al 11 de setiembre de 2001, la religión ha salido de lo privado para estar presente en el espacio público más que nunca. Las investigaciones sobre el origen del cristianismo y el legado de Jesús están socavando los cimientos que durante 2.000 años ha sostenido al Vaticano. El fin de semana que pasó se publicó en numerosos medios de prensa e inclusive un canal de cable con todas las credenciales presentó una cara distinta de la que conocemos sobre la religión cristiana. También desde el Medio Oriente llegan los fuertes discursos contra la cultura occidental vista por fundamentalistas del Islam. Así el retorno de lo religioso se hace presente y la teoría del Choque de civilizaciones que predijo Samuel Huntington está más cerca que nunca. Ha llegado el momento de reconfigurar el humanismo independiente de sus confesiones religiosas e instalar una fuerte presencia de la laicidad como principio de las Repúblicas.

Quienes pretenden anular la laicidad para aplicar el adoctrinamiento religioso en los ámbitos de la República, atentan contra uno de los principios más elementales del ser humano, el del libre albedrío expresado como la libertad individual.

Por esto entendemos que debemos promover por una laicidad como expresión total de libertad frente a los dogmas y a los fundamentalismos no sólo religiosos, sino políticos, xenofóbicos, y otras concepciones metafísicas que deben ser patrimonio individual de cada ser humano.

Una laicidad entendida en la no hostilidad a la religión como opción espiritual particular, sino en la afirmación de una libertad de conciencia para cada ser humano.

Este concepto de Laicidad total, así como tiene expresión en el concepto de libertad, también se asocia al concepto de igualdad puesto que sin ella no podría concebirse una distribución equitativa en el orden moral, jurídico y político entre otros.

Igualdad de derechos a la existencia, a la dignidad, a la felicidad, a la justicia, al perfeccionamiento y a practicar en lo colectivo.

La Laicidad debe ser Una, que convoque a todos, religiosos, ateos, agnósticos. Es un método de convivencia entre todas las posiciones que excluye de raíz las posiciones de privilegios, por muy tradicionales que éstas sean. Como expresaba el educador inglés del 1700, John Wesley “Pensamos y dejamos Pensar”.

Por ello, la misión principal de la masonería es enseñar la ley de evolución, el hombre perfecto. No es posible hallar una verdadera interpretación de la masonería sino se relaciona su sistema, estrechamente con el proceso evolutivo de la humanidad. Todo en ella gira en torno de un progreso gradual de la oscuridad a la luz y todo lo que la luz trae aparejado.

Se le presenta al candidato, apenas entra al Templo, una piedra bruta y otra pulida y cúbica para indicarle su objetivo de realización. Nadie dejará de reconocer que la evolución es un proceso universal y natural. Ninguno de nosotros es un producto acabado. Estamos siempre en proceso de creación o evolución. La historia del hombre ha sido la historia de la búsqueda y del descubrimiento del sendero evolutivo dentro de sí. En todos los tiempos éste ha hollado el sendero, aceptando sus condiciones, soportando sus disciplinas, ha recibido sus salarios y alcanzado sus metas.

La existencia de ese camino cuenta con el testimonio de todos los que lo han recorrido conscientemente. Algunos están empeñados en la búsqueda de algo que esperan alcanzar fuera de ellos, sin saber que el camino está dentro de nosotros. La masonería muestra, simbólicamente, el drama de la evolución humana. También los pasos mediante los cuales se llega a la meta de perfección del instrumento de manifestación que tiene el ser supremo en nosotros. Muestra el objetivo de realización del individuo; enseña el camino del crecimiento espiritual adogmático y las leyes a que obedece este crecimiento. Empero tenemos que recorrerlo palmo a palmo; el progreso depende de cada uno.

Este es un camino de experiencias que nadie puede vivir por nosotros. No tiene atajos, requiere el roce de la vida que ningún libro o maestro puede otorgarnos. La alegoría del Maestro Hiram trata de enseñar esto a los que buscan la realización propia por medio de un acto divino o una palabra mágica en vez del esfuerzo individual. A diferencia de todos los otros seres en el mundo material, el hombre es el único que tiene la capacidad para tomar su evolución en sus propias manos. De ahí su posibilidad de autorrealización. El puede acelerarla o retardarla. Pero sea cual fuere su duración, tiene que pasar, indefectiblemente, por las tres etapas del proceso natural de la síntesis que caracteriza el proceso evolutivo:
1) la siembra de la semilla
2) su germinación y crecimiento
3) su fructificación como resultado de la fusión o unión de dos polaridades.

Los límites fijan los principios básicos de estos tres grados evolutivos. Tratándose de una evolución en conciencia, este proceso va encaminado a la adquisición del elemento más valioso y más importante para el hombre y para la masonería: ¡LA LUZ!. Aquello que se conoce como la luz del conocimiento.

Estas tres etapas de la evolución humana constituyen unas características de todos los tiempos para todos los hombres en todas partes. Se hallan confirmadas por los conocimientos esotéricos de todas las épocas. En la masonería estos tres grados son solo simbólicos. Hay muchos masones que ostentan el tercer grado, el de maestro y que apenas están en los primeros peldaños del grado de aprendiz en la escala evolutiva. Hay, así mismo, aprendices que, en realidad, son maestros. En el verdadero sentido de la palabra.

La finalidad de estos grados simbólicos es presentar al masón tres objetivos de evolución en conciencia, los cuales debe esforzarse por alcanzar, para que el grado simbólico que ostenta esté más lo cerca posible del grado evolutivo que ha alcanzado. El camino evolutivo, en el cual se funda la masonería, es, desde todo punto de vista, práctico y útil. Significa, para el que recorre, un progreso en capacidad mental, conocimientos, visión, sabiduría y fuerza espiritual. Significa pasar, primero, de la oscuridad a la luz; segundo, de la irrealidad o el engaño de si mismo a la realidad, finalmente, de lo perecedero a lo imperecedero.

Todo esto redunda en un progresivo dominio sobre si mismo y sin destino, con una vida más abundante y un panorama más amplio de la vida y de las cosas. ¡Qué puede ser más práctico para el hombre! La masonería nos ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso humano en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y de lo perecedero a lo imperecedero, y nos ofrece luz para que podamos aprovechar este impulso en vez de tratar de oponernos a él.

Procura demostrarnos, en fin, que seremos esclavos de nosotros mismos y susceptibles a circunstancias limitadoras sólo hasta comprender que el Hombre es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí. La búsqueda del propio interés racional y de nuestra felicidad es el más alto propósito en la vida.

En conclusión la masonería es un canto al espíritu que impulsa a romper las cadenas de esclavitud y dogmatismo, un canto que merece ser vivido por todos aquellos que aman la libertad.

1 comentario:

  1. Q.'.H.'.

    Me parece muy bien sus puntos de vista, para mi entender, es deber de nosotros los A.'.M.'. recuperrar el sentido iniciatico, que envuelve el verdadero esoterismo, no como ocurre hoy en dia, en que los simbolos son utilizados vanamente.
    Hace dos dias termine el libro melkisedec y el misterio del fuego el autor es un Q.'.H.'. y da claves también sobre la masoneria iniciatica y la filosofia profunda de nuestra orden.
    reciba uds un TAF

    S.'.F.'.U.'.

    Atte

    Ivan

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