
Hacia una vida poscristiana

¿Por qué el clero no debe participar en política?

Alternativas a la creencia divina
La lucha por una muerte digna
¿El bus ateo llegará a Latinoamérica?
La participación política del clero
Dios está en el cerebro
Una obra de Mattew Alper, que lleva por nombre el título de la presente, enseña un argumento impresionante para demostrar que existe una programación predeterminada en nuestro cerebro para que sea posible la creencia en un dios. Para su argumentación, el autor considerado uno de los fundadores de la neuroteología, ofrece una explicación lógica sobre cómo heredamos, a través de la evolución, un mecanismo que nos permite sobrellevar nuestro miedo más grande: el de la muerte. El ensayista, filósofo de profesión, presenta los datos necesarios para pensar que, así como el hombre tiene una capacidad cognitiva para el lenguaje, las matemáticas o la música, la espiritualidad y la religiosidad también hacen parte de esta evolución cognitiva.
Si las experiencias espirituales son una característica heredada ¿por qué nuestra especie experimenta esta sensación particular? ¿cuál es su propósito?, puesto que si esta serie de sensaciones no cumplieran una función específica, sería muy improbable que hubieran aparecido en nosotros. Probablemente evolucionó como respuesta a la conciencia de nuestra identidad, que infortunadamente suponía también la conciencia de la muerte. Debido a la conciencia mortal, el animal humano habría vivido en un estado continuo de temor a menos que hubiera algo que le ayudara a aliviar la pulsión de muerte. Una de las formas en que opera la función espiritual es produciendo una creencia natural en seres sobrenaturales, en el alma y su continuidad después de la muerte. Como resultado de esto nos creemos inmortales, pero esto sólo está en nuestro cerebro.
Aislado por no estar bautizado
El desafío a decidir la propia vida
La alternativa del laicismo
Apostasía y agonía de la fe
El cuento del laicismo positivo
Iglesia, Poder político y Laicidad
La agonía del Dios padre
La anécdota viene a colación al enterarme que los argentinos en su mayoría no ven al dios cristiano como un Padre, y menos como una idea de amor, tanto solo como una especie de “Ser Supremo” trascendente de la naturaleza. Así lo afirma la primera encuesta sobre las creencias y actitudes religiosas en la Argentina, realizada por el Conicet y cuatro universidades de aquel país entre 2403 personas mayores de 18 años de todo el país. ¿Y cuándo recurren a él? Cuando sufren o necesitan ayuda, el 60%; cuando reflexionan sobre el sentido de la vida (12,8%), y en momentos de felicidad (10,2%). Sólo el 0,5% busca a Dios para agradecer y el 3,3% durante los días de festividades religiosas. A la pregunta ¿qué significa Dios para usted? -similar a la que Jesús hizo a sus discípulos: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?"-, el 65% de los 2285 entrevistados que se declararon creyentes lo describen como un ser ajeno a su vida cotidiana ("un ser superior", el 37%, y "el creador del mundo", el 28%). Sólo el 21% reconoce al Dios en el que cree como un padre y, el 0,3%, como el amor.
Sin embargo, la encuesta, publicada en una nota en La Nación argentina, realizada en todo el territorio argentino, revela que el 91% de los argentinos cree en Dios. Ese porcentaje es mayor entre las personas sin estudios (95%), los mayores de 65 años (97%) y los habitantes de ciudades chicas (94%). Aun en niveles altos la creencia disminuye entre los que tienen título universitario (84%), los jóvenes entre 18 y 29 años (85%) y los residentes en grandes metrópolis (89%). La investigación fue fruto del trabajo conjunto del CEIL, del Conicet, y de las universidades nacionales de Buenos Aires, Rosario, Cuyo y la de Santiago del Estero. Financiada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, se enmarca en un proyecto de investigación que se propone analizar las relaciones entre religión y estructura social en la Argentina del siglo XXI, según consigna el reportaje de Silvina Premat
¿Por qué la agonía del Dios padre? Resulta que los argumentos a favor de la existencia de Dios se están viniendo abajo, de esto se demuestra que las personas con mayor acceso a la educación son más escépticas que aquellas que tienen menos formación. Ya lo dijo Jesús, por lo seguro esto le hacen decir en la Biblia: “La verdad los hará libres”. La iglesia ante su falta de argumentos pontifica con la idea de un dios padre, pero qué pensarían ustedes de un padre que se oculta a sus hijos. Pensarían que este padre es un enfermo, un loco. La idea de Dios que se oculta es inconciliable con la idea de una Dios padre. Si Dios no se muestra es posible que no exista. Así lo considera uno de cada diez argentinos, según asegura la encuesta mencionada. De los nueve restantes, siete son católicos; uno, evangélico, y el último puede ser judío, islámico, espiritista o de otro credo. Pero hay que tener presente que negar su existencia, por más garantías establecidas, trae aparejada una gran dosis de discriminación social, por lo que son más lo que se guardan para sí la negación. Se me objetará que tampoco hay pruebas de que dios no exista. No me cuesta admitirlo, sin embargo el asunto es más embarazoso para las religiones. ¿Cómo podría probarse una inexistencia? Pero esto no es una razón para creer en su existencia, justamente el hecho de que nunca se haya podido probar su existencia es una fuerte razón para negarse a prestarle fe.
Estaré expectante. Habrá que ver cómo se las arreglan los clérigos argentinos en el momento del rezo, puesto que la idea del Padre está en agonía, a pesar de que la idea de Dios sigue vigente. De ilusiones también se vive afirma el adagio. Tal vez cuando vuelva a una ceremonia Católica el rezo haya cambiado ante la negación del padre.
Christian Gadea Saguier
Laicismo o el giro al oscurantismo
¿Cómo responder a esta embestida? Algunos líderes mundiales, entre los que se encuentran los reyes Juan Carlos de España y Abdalá bin Abdelaziz de Arabia Saudí inauguraron esta semana la Conferencia Internacional para el Diálogo Religioso en la que líderes y expertos musulmanes, judíos y cristianos, así como de otros muchos credos, buscarán vías para fomentar el diálogo y el entendimiento mutuo. En un reportaje de El País de España, leí que el secretario general de la Liga del Mundo Islámico, Abdalá Al Turki explicó en su intervención que el objetivo de esta cita es hablar y aunar esfuerzos para lograr que ese diálogo dé resultados concretos. De lo que se trata, dijo, es de "que esta Conferencia no sea como otras, estériles, que se traduzca en proyectos operativos, materiales y que sea objeto de seguimiento por parte de los organizadores".
Por mi parte considero que el camino hacia el laicismo es la mejor defensa para evitar el "desorden social" tal como amenaza Ratzinger. El laicismo entendido en todos sus matices, como principio jurídico, filosófico y modo de vivir.
Como principio jurídico el laicismo plasma la separación de la Iglesia y el Estado. Y el principio jurídico nos lleva a poco que nos esforcemos al principio filosófico, tal como lo definió en 2007 el actual adalid del Gran Oriente de Francia: "Cada individuo tiene un bagaje, unas pertenencias, una identidad y unas creencias. En el día de hoy las identidades son más diversas si se quiere. Es la circulación de personas y la facilidad para que este flujo se mantenga lo que provoca que hablemos de una gran diversidad de pertenencias, de bagajes, de identidades y de creencias. Cada individuo viene de un sitio diferente. Y en cada lugar existen comunidades de todo tipo, étnicas, familiares..."
Así el laicismo quiere decir que una sociedad no puede vivir en paz y armonía sin el respeto al otro como diferente a uno mismo. Si se quiere construir un futuro común partiendo de posiciones diversas sólo la idea de respeto a la diferencia puede permitir hacer efectiva esa construcción. El principio filosófico quiere por tanto significar dos cosas: En el ejercicio de la democracia, de la ciudadanía, hay que desprenderse de las propias pertenencias, suspender las convicciones para construir algo común. Y en lo que toca específicamente a la religión, hay que considerar que las creencias forman parte de la identidad que cada uno tiene el derecho de construir, pero integran un dominio privado, íntimo de cada persona. El laicismo implica además conocer, saber que existen otras posiciones diferentes, construidas no solamente sobra la fe, sino sobre principios también respetables: el ateísmo, el agnosticismo, el materialismo. Aprender todo lo anterior nos lleva a un modo de vivir laico, una experiencia que permite la convivencia de toda la ciudadanía.
A contrapaso del intento integrista católico por volver al oscurantismo medieval, tanto en mi país como con las actitudes del Vaticano, surge la alternativa del laicismo, rechazando de forma tajante este tipo de planteamientos, afirmando que no existe autoridad suprema, más que la que se construye con la palabra de todos, con el respeto a las diferentes posiciones, sin que haya nadie que diga cómo han de hacerse o ser las cosas.
Christian Gadea Saguier
La polémica sobre Dios
Este sábado, en sudamérica, la revista de cultura del diario Clarín publica una nota del ensayista John Gray donde analiza y cuestiona la moda editorial del ateísmo militante. Este trabajo, publicado hace una par de meses en The Guardian, se justifica con la llegada del libro Dios no es bueno de Christopher Hitchens, que sigue la tradición de Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell, presenta el argumento definitivo contra la religión. A través de una interpretación profunda y erudita de las principales ideas religiosas, Hitchens demuestra que la religión, producto del hombre, es peligrosamente represiva en la cuestión sexual y distorsiona la explicación de nuestro origen en el universo. El autor propone una vida laica, basada en la ciencia y la razón, en la que cielo e infierno ceden su lugar a la visión del universo del Telescopio Hubble. Un elogio a la posibilidad de una sociedad sin religión.
Antes, hacia la tercera semana de mayo, también El país de España, en una nota firmada por Mónica Salomone, cuestiona: "¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?" Esta nota, insoslayable para los que gustan del enigma divino gira en torno al avance que realiza la ciencia para intentar dilucidar la cuestión. No es ni mucho menos un tema de investigación nuevo, pero ahora hay más herramientas y datos para abordarlo, y desde perspectivas más variadas. A sociólogos, antropólogos o filósofos, que tradicionalmente han estudiado el fenómeno de la religión o la religiosidad, se unen ahora biólogos, paleoantropólogos, psicólogos y neurocientíficos. Incluso hay quienes usan un nuevo término: neuroteología, o neurociencia de la espiritualidad. Prueba del auge del área es que un grupo de la Universidad de Oxford acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundación privada para investigar durante tres años "cómo las estructuras de la mente humana determinan la expresión religiosa", explica uno de los directores del proyecto, el psicólogo evolucionista Justin Barrett, del Centro para la Antropología y la Mente de la Universidad de Oxford.
En fin, la polémica se reavivó, no es objeto de esta nota realizar un alegato o apología sobre Dios, pero sepa que si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente místico, la inmensa mayoría de la humanidad está en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente como quien escribe, es usted, en términos estadísticos, un raro. Si la demostración de la existencia de Dios se basara en el número de fieles, la cosa estaría clara, pero la popularidad no es un atributo de la verdad, por lo tanto la polémica continúa.
¿Existe Dios?, ante la respuesta una definición previa ¿Qué es Dios? Nadie lo sabe: se considera inexplicable, inefable e incomprensible. A falta de una definición real, como decían los escolásticos, podemos ofrecer una definición nominal, definición de ningún modo original y que no tiene otra ambición que ponernos al menos de acuerdo en el objeto del debate. "Entiendo por Dios un ser eterno, espiritual y trascendente (a la vez exterior y superior a la naturaleza) que habría creado consciente y voluntariamente el universo. Se lo considera perfecto y bienaventurado, omnisciente y omnipotente. Es el Ser supremo, creador e increado (es causa de sí mismo), infinitamente bueno y justo, del que todo depende y que no depende de nada. Es el absoluto en acto y en persona". Esta enunciación la tomo de André Comte, quien expone todo un capítulo sobre el tema en su obra El alma del ateísmo.
Ante la pregunta, escojo al ateísmo como respuesta, pero luego de leer la obra de Daniel Dennet, (uno de los filósofos de la ciencia más destacados en el ámbito de las ciencias cognitivas, especialmente en el estudio de la inteligencia artificial y de la memética ) Romper el hechizo, me sumé al movimiento bright. Un bright es una persona con una visión naturalista del mundo, libre de elementos místicos o sobrenaturales, donde moral y ética se basan en una visión naturalista del mundo.
Pero independiente de mi respuesta o la suya, la polémica continúa. Esto es demasiado importante como para abandonarlo en manos de la discusión integrista; más bien dialoguemos.
Christian Gadea Saguier