CHRISTIAN GADEA SAGUIER
¿Te aterrorizaría la idea de abandonar la religión? Cada vez somos más los que vivimos ajenos a un sistema religioso, pero comparado con los creyentes constituimos un puñado. Esta nota no es una propaganda ni una invitación sino que pretende platear un cambio de enfoque de lo dogmático hacia una visión del mundo naturalista; libre de elementos místicos o sobrenaturales, desplazando la cultura humana sobre otra base que no sea cristiana, tampoco nihilista sino poscristiana. Se trata de construir otro tipo de sociedad para los que no quieran seguir habitando intelectualmente sitios que ya fueron demasiado utilizados. Una edificación, en otro lugar, que no contenga referencia teológica pero tampoco cientificista, para habitar una nueva moral o renovar la de algunos movimientos presocráticos, como los epicúreos o los estoicos. No se trata de acondicionar las iglesias, tampoco destruirlas y menos hacer una huelga como postula Ayn Rand en La Rebelión de Atlas.
¿Por qué recurrir a los presocráticos? No se pretende cambiar las estampitas de San Cayetano por Epicuro, sino de una nueva lectura, emulando lo que hizo Nietzsche cuando recuperó algunas ideas de saberes antiguos como las del estoicismo, que insisten en que la nostalgia del pasado y la esperanza de un futuro mejor nos alejan de la auténtica sabiduría, que consiste en saber reconciliarse con lo que hay y en vivir en la única dimensión real del tiempo; es decir, vivir el presente, con una feliz desesperanza, tal como titula André Comte una de sus obras. La deconstrucción nietzscheana, según Luc Ferry en Familia y Amor, muestra analogías con los grandes movimientos de protesta en contra de las normas sociales tradicionales de los que está llena la historia del siglo pasado.
Para iniciar el camino es necesario estar convencido del new deal que propone Michael Onfray en Tratato de Ateología: «Un nuevo contrato que legitime la relación humana sin Dios, la religión o los curas, sin necesidad de ser amenazado con un infierno o seducido con un paraíso, eludiendo la ontología de premio y castigo posmortem para alentar las buenas acciones, justas y rectas. Una ética sin obligaciones o sanciones trascendentes».
Al seguir esta pauta ya no es necesario negar públicamente a los dioses, tampoco comprometerse en un clericalismo ateo que devino en la cara opuesta –pero de la misma moneda– del cura. Se trata de apuntar a lo que Gilles Deleuze llama, en Pericles y Verdi: La Filosofía de Francois Chatelet, un ateísmo tranquilo; es decir, una filosofía de vida que no plantee como causa la inexistencia o muerte de los dioses. Esas ideas son elementos que hay que considerar como adquiridas para resolver los verdaderos problemas de nuestra existencia. Sobre esta tendencia Onfray apunta: «es menos una posición estática de negación o de lucha contra Dios que un método dinámico que desemboca en una proposición positiva». Por lo tanto, la negación de lo sobrenatural no es un fin sino un medio para construir con otros valores. Pero, ¿acaso no es la religión lo que nos hace morales?
«A la religión se le han acabado las justificaciones. Gracias al telescopio y al microscopio ya no ofrecen explicación de nada importante. Allá donde en otro tiempo solía ser capaz de impedir la aparición de rivales mediante la imposición absoluta de una visión del mundo, hoy día solo puede obstaculizar y retrazar los progresos hacia a los que nos encaminamos», opina Christopher Hitchens en Dios no es Bueno.
Muchos creen que el papel más importante de la religión es ser soporte de la moralidad al darle a la gente una razón imbatible para obrar bien. Daniel Dennett en Romper el hechizo asegura que «no se ha descubierto evidencia alguna que sustente la afirmación según la cual las personas no religiosas sean más propensas a matar, a violar, a robar, o a romper promesas que la gente que sí cree».
Los filósofos de la moral –desde los días de Hume y Kant, pasando por Nietzsche, hasta arribar al presente– han estado de acuerdo en pocas cosas, pero todos han considerado esa visión de la moralidad religiosa como una suerte de trampa, una reducción al absurdo en la que sólo caerían los más incautos moralistas; sin embargo son legión los adeptos, pero una pálida minoría la practicante. «No necesitamos a un dios policía o a sus agentes para generar un clima en el que podamos hacer promesas y conducir los asuntos humanos sobre la base de ellas […]. Además, no hay ninguna razón por la que el hecho de no creer en la inmaterialidad o en la inmortalidad del alma pueda hacer a una persona más despreocupada, menos moral, menos comprometida con el bienestar de todos los habitantes de la Tierra que alguien que cree en el espíritu», afirma Dennet. Empero, El sigue vivo en los juramentos legales de varios países.
El bien y el mal no solo existen porque coinciden con las nociones de fiel o infiel en la religión, sino porque atañen a la utilidad y felicidad de la humanidad. «El valor de un ser humano no viene determinado por su grado de posesión supuesto o real de la verdad, sino más bien por la honestidad de su esfuerzo por alcanzarla. No es la posesión de la verdad, sino más bien la búsqueda de la misma, lo que ensancha su capacidad y donde puede hallarse su creciente perfectibilidad», escribe Gotthold Lessing en Anti-Goeze.
Un principio divino –anota Esther Díaz en el prólogo de la citada obra de Onfray– es sólo un conjunto de palabras. No hay entidad que lo sostenga. Más allá no hay nada. Pero en este mundo, en la contundente realidad de la inmanencia, existen pensamientos alternativos a la teología hegemónica. Existen sujetos alegres que aman la vida. Hay materialistas, cínicos, hedonistas, sensualistas, dionisíacos. Ellos (tal como señala Onfray) saben que sólo tenemos un mundo y que al negarlo –o concentrarnos en lo trascendente desde una óptica metafísica– nos arrojamos a la pérdida de su uso, disfrute y beneficio.
Ahora que conoces una alternativa a la teología, ¿te inscribirías en esta filosofía de vida?. Cuando deliberes recuerda al Gran inquisidor en Los hermanos Karamazov de Dostoievski: «más allá de la tumba no hallarán nada más que la muerte. Pero guardaremos el secreto, y por su felicidad los atraeremos con la recompensa del cielo y la eternidad»
Haberme desprendido de la religión es uno de los pasos mas importantes que di en mi vida. Me siento mucho mejor y verdaderamente conectado con la humanidad. Es solo cuestión de tiempo para que el puñado sea el religioso.
ResponderEliminarSapere aude. Be bright!
Pues ese planteamiento ya esta algo choteado, muchos han soñado con una sociedad poscristinaa pero simplemente es algo dificil en muchos sentidos, porque no creo que todo sea como lo planteas en tu articulo, ya que la Iglesia Católica ha estado a la par del conocimiento cientifico, filosófico, artístico, entre otros, desde sus inicios y no solo ha estado a la par, sino que los ha impulsado y en muchos casos iniciado (por ejemplo la primer universidad del mundo fue fundda por la Iglesia Católica),, creo que estas demasiado desinfrmado mi amigo, y solo recurres a lo que comunmente se puede leer por ahí en cualquier librillo barato, no soy un inquisidor defensor de curas, pero soy un amante de la verdad, y lo que escribes aqui dista mucho de ella, veo mucha pretensión, repetición de lo mismo e ignorancia.
ResponderEliminarNietzcshe hablaba en contra de la compasión, en lo referente a los enfermos y otras cuestiones, cabe mencionar que murió después de pasar varios años enfermo en cama siendo cuidado por su hermana.
Es muy interesante y curioso que algunos personajes históricos que han estado en contra de la Iglesia, hayan pedido un sacerdote en su lecho de muerte, por ejemplo Benito Juárez, Napoleón, e incluso Voltaire (el cual no lo consiguió, y tuvo una muerte realmente no deseable a nadie).
Pienso que no s edebe hacer proselitimso de nada, que cada quien respete las creencias del otro, el que se declare ateo pues que lo sea, y el que se declare cristiano, que lo sea, cada quien escoje y cada quien carga con las consecuencias y beneficios.
Lo mas curioso es que los masones supuestamente creen en Dios, en el gran arquitecto dle universo, ¿Qué onda con eso?.
Saludos, desde una sociedad posmanipulable.
Luchemos todos contra el Nuevo Orden Mundial, incluido ustedes
ResponderEliminarExtrañando los post!
ResponderEliminarSe consiguen tus libros acá en Bs As?
esto se trata de lo que plantea el nuevo orden secular, no?
ResponderEliminardigo, por que lo se postulan ellos, que al fin y al cabo todo terminaria en legalidad del casamiento homosexual y la legalidad del oborto..
Antes que nada, un saludo fraterno para el escritor del Blog y mi apoyo a su trabajo de difusión.
ResponderEliminarRespecto al post de Bernardo, quisiera recordarle que la Iglesia Católica, fue quien impulsó las artes y las ciencias, solo en la medida en las que éstas fueran útiles a su doctrina. De más está decir, que en el caso contrario, han vedado información, y no han reparado en incinerar libros...y autores.
Negar el oscurantismo de la Iglesia Católica sería algo ridículo a esta altura.
La posibilidad de una sociedad nueva, no poscristiana sino posreligiosa, es muy viable pero no fácil. Está en manos del ser humano el poder lograrlo y en los librepensadores ayudar a conocer la otra historia, (la que no pudo ser quemada...)
La fundación de una primera universidad no es garantía de aporte a la humanidad, sino por el contrario de intencionalidad propagandística de doctrina y dogma. Todos nosotros sabemos cuáles son las exigencias de los centros de formación Católicos. Creencia y entrenamiento doctrinario.
Con respecto al gran arquitecto del universo, hay mucho para hablar. Bernardo debería informarse un poco y buscar que desde casi mediados del 1700 el Gran Oriente de Francia, retiró la exigencia a sus adeptos de la invocación a esta figura simbólica, dejando los criterios personales, en el ámbito personal y privado del individuo. Las Ordenes Masónicas mundiales encomiendan sus trabajos en algunos casos “a la gloria del Gran Arquitecto del Universo” o “ al progreso de la Humanidad” en otros, separados o conjuntamente.
Resulta curioso que para ejemplificar utilices el nombre de Librepensadores y Masones, como en el caso de Voltaire y Benito Juárez. Demás esta decir que lo haces de un modo tendencioso e impreciso, ya que la manera en el que explicas que la desafortunada muerte de Voltaire, podría hacer parecer que quisieras fomentar la reflexión sobre la conveniencia de ser parte de la Iglesia Católica o directamente de lo útil de tener miedo; aspecto muy explotado históricamente por estos últimos y de los cuales pareces haber heredado el “doble discurso”.
Si defiendes la libertad de pensamiento, no puede defender la verdad, porque no existe una sola, sino tantas como seres humanos habiten en el planeta.
Ese es otro argumento del Monoteísmo, una sola verdad, un solo camino, un solo dios, un solo partido político, un solo gobierno… “así en la tierra como en el cielo”
Ya que te gusta revolver en los anales de la historia, por qué no buscas quienes fueron los que promovieron estas consignas? Te ayudo? Adolph Hitler, Francisco Franco, Benito Mussolini y cualquiera de los gobiernos militares de facto ( Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet por citar algunos cercanos a mi vida ) Todos ellos han perseguido y asesinado Masones y Librepensadores.
A esta altura entonces deberíamos analizar la propuesta de Bernardo. El tema es: Cuál es tu propuesta?
Ninguna.
El comentario de Mr. LOL no merece más de un renglón. Otro exaltado “conspiranoico”.
El comentario de rrr no es inteligible, pero se sospecha debajo de escaso esfuerzo literario una homofobia desarrollada en franco crecimiento. ( noto además que eres seguidora del blog JESUS DIOS por cierto…)
Fraternalmente
H:. Lautaro – Maestro Masón
La religión, cualquiera sea ella, es válida en tanto y en cuanto sea una herramienta en la superación espiritual del ser humano. No en vano, hace milenios, los griegos dejaron plasmado el clásico "conócete a tí mismo". Cuando el ser humano logre tal objetivo, "verá" q el "reino de los cielos" está "dentro" de cada uno. Ese día, se habrán cerrado para siempre todos los libros de teología.
ResponderEliminarPero sin embargo la Biblia, antigua como es; sabe mucho (demasiado) del presente, del que viene a ser su futuro... dejando de lado las religiones, la Biblia es absoluta en todo sentido, y el Dios bíblico de lejos es el Gran Arquitecto.
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