En defensa de la República

Días pasados el presidente del Paraguay Nicanor Duarte Frutos ofreció a la iglesia Católica recursos de la entidad binacional Yacyreta –una hidroeléctrica que el Paraguay comparte con Argentina- para construir residencias destinadas a religiosos y casas de retiros espirituales. Ya anteriormente la misma entidad “invirtió US$ 380.000.- en la construcción de un santuario en la Ciudad de Encarnación (Paraguay).

Esta República en su última Constitución de 1992 expresa claramente que ninguna confesión tendrá carácter oficial; sin embargo con estos actos el gobierno de Duarte Frutos promueve la exaltación y el favoritismo en materia religiosa, constituyendo este ejemplo en un peligroso equilibrio para la República.

Si bien gran parte de la sociedad paraguaya pertenece a esa confesión, no es posible que un gobierno que administra la República se inmiscuya en materia religiosa, sin ofender, perjudicar, y molestar a otros ciudadanos que practican otras creencias o ideologías.

El Paraguay durante años fue sometido por una dominación clerical muy fuerte de la iglesia Católica. Hoy el Estado debe ser el referente en defender y garantizar una laicidad en el núcleo de sus ciudadanos. Una laicidad entendida en la no hostilidad a la religión como opción espiritual particular, sino en la afirmación de un estado de carácter universal, en el que todos puedan reconocerse.

El tipo de actitud tomado por el Poder Ejecutivo paraguayo vuelve a la tradicional impregnación religiosa de las instituciones públicas vividas en los países latinos. En ellos, sus ciudadanos han dado la vida por la emancipación civil y es en el recuerdo de ellos donde es más preciso aprender a distinguir la religión de la República. ¡Viva la República!