Así el filósofo Urban ha sostenido que "mientras más rica y enérgicamente se desarrolla el espíritu humano sus lenguajes y simbolismos, más se acerca a su ser y realidad últimas". Por su parte, Bachoffen dice que "el símbolo es el idioma de lo infinito, logra transportarnos más allá de los límites del mundo tangible hasta las cercanías de lo eterno; nos permite adivinar lo que muchas veces es indecible. La palabra, en cambio, sólo es el valiente pero infructuoso intento del ser humano de reducir lo infinito a lo finito". Tal es la enunciación que Wittgestein afirmó "el límite de tu lenguaje es el límite de tu mundo".
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra "símbolo" como "representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ésta por una convención socialmente aceptada". Por su parte, el Diccionario de Filosofía de Ferraster y Mora, señala que "a veces se usa "símbolo" como sinónimo de signo" y que "ha sido común definir el símbolo como un signo que representa alguna cosa, sea directa, sea indirectamente. Para el Diccionario Enciclopédico de la Masonería de Cassard, "símbolo" es la figura emblemática o imagen significativa. Cualquier cosa que por la representación figura o semejanza, nos da a conocer o nos explica otra, signo eterno o visible con el cual se enlaza un sentimiento espiritual, una acción o una idea".
Según los etimólogos la palabra "símbolo" viene de la lengua latina simbolum y del idioma griego symbolom, voces con la que en lo material se designa una cosa, a un objeto, a una imagen, a una figura, a una insignia, a un distintivo.
Así la palabra "símbolo" es una ventana al ansia de saber y de cambio, Hay que abrirlo con sacrificio, para lograr con finalidad el perfeccionamiento moral, intelectual y físico del hombre y, por consecuencia, el de la sociedad. Con el símbolo establecemos una relación significativa, enteramente convencional entre dos elementos, llamado uno "simbolizante", es decir, la imagen del elemento perceptible, y el otro "simbolizado", es decir el elemento no perceptible, el significado. Cualquier imagen de un objeto sea éste real o irreal o propiedad suya puede funcionar como simbolizante y remitir, significar a cualquier significado, en una relación multívoca, es decir polisémica, plástica.
El lenguaje de los símbolos es el lenguaje más primitivo, a la vez que el más moderno. Primitivo, porque nace en el meollo de la historia; moderno, porque requiere del conocimiento acumulativo de años y años de experiencia vivida. Por eso es el lenguaje más difícil y complejo. De allí que su aprendizaje sea tarea incesante. Es todo un proceso docente que conlleva el desafío a la voluntad de aprender. Hay implícitas en él una sucesión de ideas, pensamientos, actitudes que no sólo afecta a lo cognoscitivo sino también al sentimiento y al hacer. Aprender es todo un proceso en profundidad y un permanente batallar con el intelecto, la emoción y la conducta toda.
Erich Fromm, en su libro El lenguaje olvidado señala que el lenguaje simbólico es un lenguaje en el que las experiencias internas, los sentimientos y pensamientos son expresados como si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Es un lenguaje que tiene una lógica distinta del idioma convencional que hablamos a diario, una lógica en la que no son el tiempo y el espacio las categorías dominantes, sino la intensidad y la asociación. Es el único lenguaje universal que elaboró la humanidad, igual para todas las culturas y para toda la historia.
El psicólogo y psiquiatra suizo Carl Jung, en su obra El hombre y sus símbolos señala que los símbolos, estas ideas arquetípicas "son como la capacidad de las aves para emigrar en formación o como la de las hormigas para formar colonias organizadas", es decir los símbolos forman el pasado ancestral de la familia humana y son el profundo legado de la historia del hombre, escrita o inscrita, en su propia naturaleza. Los símbolos son como emisarios enviados a lo que Freud llamó inconciente, para que extraigan hasta nuestra conciencia estas imágenes en las que esperamos encontrar las respuestas ansiadas.
Los símbolos, como todas las cosas, son susceptibles de ser clasificados desde distintos puntos de vista. Así, los hay lingüísticos y no lingüísticos. Son lingüísticos todos aquellos que forman parte constituyente de la lengua: sus elementos fónicos o gráficos, morfosintácticos y léxicos, codificados en la gramática y en el diccionario, y empleados de una manera especial por el simbolismo literario.
No son lingüísticos, todos los demás. Estos pueden ser: religiosos (divinidades, objetos de culto…); filosóficos (entre estos los masónicos); científicos (como los de la lógica simbólica, los matemáticos, los químicos, los geográficos usados en cartografía); artísticos (musicales como al obras mitológicas de Wagner); pictóricos (como las pinturas de Dalí); arquitectónicos (abundan en las construcciones góticas y rococó); militares (emblemas, himnos…); institucionales y empresariales (emblemas y logotipos).
Los signos lingüísticos son los más importantes para la comunicación humana y debemos distinguirlos de otra clase de signos como son el indicio o síntoma y la señal. Indicio, por ejemplo son las pisadas que alguien deja al caminar sobre la nieve, donde ellas significan que una persona pasó por ese lugar.
Nubarrones muy negros son indicio de que "va a llover". También son indicios los síntomas de una enfermedad, cuyo significado conoce el médico. Siempre se trata de una relación causal, y no convencional, entre dos fenómenos, independiente de que haya o no un observador. En el caso de los nubarrones, éstos se interpretan como causa, y la lluvia como efecto; las pisadas y los síntomas de una enfermedad, por el contrario, son considerados efectos. La relación se aprende por experiencia.
Señal, por su parte es cualquier significante, lingüísticos o no, al cual convencionalmente atribuimos un significado y usamos con fines pragmáticos. Son señales lingüísticas por ejemplo algunas palabras de "reconocimiento", como el santo y seña, como contraseña o la palabra de paso de la Masonería, diferente para cada grado. Señales no lingüísticas son, entre otras, las que regulan el tránsito; el golpe de mallete.
El símbolo en cambio es inherente al ser humano. Cuando aquel hombre que habitaba la caverna en Europa dejó marcada su impronta, al pintar su mano con pigmentos molidos y soplados, dejó grabado en aquella roca, un mensaje para la posteridad, que podría interpretarse como "yo soy el hombre que ha estado aquí y dejo mi marca para que ustedes lo sepan".
Se inició con dicha marca, con esa mano pintada, un viaje conjunto y sin retorno del hombre y el símbolo, viaje que con el progreso tecnológico alcanzado por la humanidad, nos ha permitido seguir enviando mensajes al Sistema Solar, mensajes abstractos que subyacen en símbolos.
Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos
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