La masonería en la participación política

A pesar de que los Masones siempre hemos sostenido que se puede ejercer la política individualmente pero sin comprometer a la Orden, lo cierto es que el fenómeno sociológico que ha sido la Masonería reviste características políticas innegables.

Reclamamos con énfasis nuestra participación en los grandes acontecimientos y luchas que se han dado en occidente para fortalecer el papel del individuo frente al absolutismo estatal, para independizar naciones de las confesiones religiosas, privilegiar el respeto a los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1791, la erradicación de la esclavitud, la promulgación de los Derechos Humanos de 1948, la creación de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la separación entre la iglesia y el estado, etc. Y esto, es política.

Por otro lado, la enemistad con las confesiones de corte integristas -especialmente con la Católica - no se ha dado en el campo de las creencias sino en el de los intereses políticos y económicos del estado del Vaticano y su injerencia indebida en los asuntos internos de otros estados. Nuestra apuesta por la laicidad y la separación del poder religioso del civil es claramente política y una tercería a la vieja pugna, que viene de la Europa renacentista hasta nuestros días, acerca de quien manda a quien entre el Papa y el gobernante local. Y esto, también es política.

En España se dice que la segunda República que aplastó el Generalísimo Franco en 1939 fue Masónica; en Italia se relaciona la Orden con la unificación de la península y la derrota de los estados pontificios; en Rusia con gran parte de las reformas liberales de Pedro el Grande; en Alemania también con las reformas liberales del siglo XVIII; en Turquía con la modernización tras la caída del imperio Otomano; en Chile se le incluye dentro las Fuerzas Morales de la nación; en Uruguay se le vincula con el logro de la educación primaria, secundaria y universitaria gratuita; En Venezuela con Bolívar, en Colombia con Santander, en Ecuador con Sucre, en Argentina con San Martín, en Chile con O'Higgins, en Cuba con Martí, en México con Benito Juárez; en Estados Unidos con Washington, y así sucesivamente en la mayoría de los países del viejo y el nuevo continente. Y todo esto, también es política.

Así en América, de norte a sur y en Europa de oeste a este, a la Orden se le presenta en gran medida a partir de referentes ligados a luchas independentistas y a la gestión necesaria para la consolidación de las libertades públicas y privadas en nuestros pueblos. Los nombres de los héroes de nuestra independencia y de los presidentes que han sido masones son de frecuente mención en nuestras charlas cuando de presentar la institución se trata. Y esto, también es política.

Pocos perciben que la política es una actividad humana esencial para mantener y desarrollar la libertad; una actividad específica que sólo surgió y fue conocida en las sociedades complejas con el fin de preservar la diversidad y libertad de los individuos y los grupos; una creación de valor incalculable en la historia de la condición humana.

Aristóteles fue el primer en comprender y defender la política, la acción humana necesaria para la conservación y mejora de la polis. Para eso comenzó criticando el proyecto de Platón de igualar la polis eliminando su diversidad. Este concepto uniformista de unidad le pareció destructor de la libertad en la polis. Para Aristóteles la política sólo podía existir en estados que reconocen ser un conglomerado de múltiples miembros, no una tribu o el producto de una religión, un interés o una tradición únicos. La política es el resultado de la aceptación de la existencia simultánea de grupos diferentes y, por tanto, de diferentes intereses y tradiciones, dentro de una unidad territorial sujeta a un gobierno común. La política es la respuesta plausible al problema de la gobernabilidad de una estructura social compleja y diversa.

Pero la solución al problema del orden puede darse también por la vía de la tiranía o de la oligarquía que en beneficio del tirano o los oligarcas destruyen, intimidan o coaccionan a todos los demás grupos o a la mayoría. Estos sistemas no son sistemas políticos.

El sistema político de gobierno comienza con la afirmación del valor de la libertad puesto que el orden en la diversidad entraña cierta tolerancia de verdades divergentes y el reconocimiento de que el gobierno es posible y mejor cuando los intereses rivales se disputan en un foro abierto. El sistema político de gobierno consiste en escuchar a esos otros grupos a fin de conciliarlos en la medida de lo posible y en ofrecerles categoría legal, protección y medios de expresión claros y razonablemente seguros, todo lo cual debe permitir que esos otros grupos puedan hablar y hablen con libertad. Además, la política debería acercar a esos grupos entre sí, de manera que cada uno de ellos y el conjunto de todos puedan hacer una contribución real al objetivo general de la gobernación: el mantenimiento del orden y el progreso según valores y criterios que deben ser políticamente disputados.

La política puede ser definida como la actividad mediante la cual se concilian intereses divergentes dentro de una unidad de gobierno determinada, otorgándoles una parcela de poder proporcional a su importancia para el bienestar y la supervivencia del conjunto de la comunidad. Un sistema político es un tipo de gobierno en el que la política logra garantizar una estabilidad y un orden razonables. La política no está vinculada a ninguna doctrina o ideología en particular. Las ideas y doctrinas políticas son tentativas de encontrar soluciones concretas y factibles al perpetuo y cambiante problema de la conciliación. La política es una manera de gobernar sociedades plurales sin violencia innecesaria.

La política merece grandes elogios. Es una preocupación de hombres libres y su existencia es una prueba de libertad. La política merece ser elogiada como "ciencia de las ciencias" como la llamó Aristóteles y no simplemente aceptada como un mal necesario. La política es creadora de civilización.

La política es conservadora: preserva los beneficios mínimos del orden establecido; es liberal: se compone de libertades concretas y requiere tolerancia, y es socialista: provee las condiciones para el cambio social consciente que permita a los grupos participar sobre una base equitativa en la prosperidad y la supervivencia de la comunidad. La preponderancia de uno u otro elemento varía según el momento, el lugar y las circunstancias, pero todos ellos deben estar presentes en alguna proporción.

Lejos de ser un mal necesario la política es un bien práctico. En las sociedades con pluralidad de intereses divergentes y distintos puntos de vista morales la conciliación siempre es preferible a la coerción. El gobierno pacífico siempre es mejor que el violento. Y la ética política existe como campo ético independiente y justificable en sí mismo. La actividad política es en efecto un tipo de actividad moral; es una actividad libre, creativa, flexible, agradable y humana; no pretende ser capaz de solucionar todos los problemas ni hacernos a todos felices, pero puede prestar algún tipo de ayuda en casi todo. La política se envilece cuando se insensibiliza ante el sufrimiento humano. Cuando la política permite que los dirigentes se consideren por encima del bien y del mal y adopten comportamientos no sujetos a las reglas de comportamiento exigibles de los ciudadanos corrientes, la política se envilece.

La política exige el gobierno constitucional y el imperio de ley. El desarrollo de las garantías constitucionales es la clave de la libertad. La política exige la democracia constitucional. Pero no se olvide que ninguna constitución puede ser mejor que los hombres y mujeres que la pongan en práctica. La política merece elogios por sus procedimientos. El sistema de conciliación política puede ser muy frustrante pero garantiza que no se tomen decisiones hasta que todas las objeciones y quejas de peso hayan sido oídas. Los procedimientos obligan a que no se formulen pretensiones que objetivamente no se pueden hacer valer. Los procedimientos obligan a que los grandes planes de los gobiernos deban explicarse y debatirse en público y abren la puerta a su rectificación.

La política es la actividad humana orientada a preservar la libertad y a conciliar los intereses en las sociedades diversas y complejas con el fin de asegurar su supervivencia y desarrollo; éste es su valor meta; la política no es la aplicación rígida de ningún sistema de verdades, principios o soluciones técnicas; un sistema es político cuando crea los espacios institucionales donde todos podemos exponer, defender y conciliar nuestras verdades. Pero el fin de la política siempre es el mismo: la supervivencia y el progreso. La política no es defensa del status quo; la política es dinámica: sólo pueden sobrevivir las sociedades que saben progresar. Para eso hace falta una política de calidad, capaz de reconocer y ajustarse a los cambios exigidos por la supervivencia y el desarrollo en cada momento.

La conciliación es mejor que la violencia, pero no siempre es posible. La diversidad es mejor que el uniformismo, pero no siempre es viable. Hay dos grandes enemigos de la política: (1) la indiferencia hacia el sufrimiento humano que desacredita a los sistemas políticos que son incapaces o temerosos de extender las libertades y la política a toda la población; (2) la búsqueda pasional de certezas absolutas en asuntos políticos que siempre acaba desdeñando las virtudes políticas de la prudencia, la conciliación, los acuerdos intermedios, la variedad, la adaptabilidad y la vivacidad a favor de una seudociencia del gobierno que tiene visos de ética absoluta o de una ideología o visión del mundo supeditada a la economía o a la raza.

La política es sólo una de las posibles formas de ejercicio del poder, en ella encontramos la creativa dialéctica de los opuestos: la prudencia temeraria, la unidad diversa, la conciliación armada, el artificio natural, la contemporización creativa y el juego del que depende la civilización libre; el conservador reformista, el creyente escéptico y el moralista plural; sus cualidades son la sobriedad vivaz, la simplicidad compleja, la elegancia descuidada, las buenas maneras groseras y la eterna inmediatez; es conflicto hecho debate, y nos impone una misión humana a escala humana.

Los que la denostan tienen buenas razones que generalmente proceden de su rechazo de la responsabilidad y la incertidumbre que acompaña a la libertad. Los griegos los llamaron "idiotas", es decir, ausentes de la ciudad, de su suerte incierta, ajenos a las virtudes republicanas, únicas que como subrayara el gran Maquiavelo nos hacen capaces de sobrevivir al infortunio y de aprovechar la fortuna en beneficio de la supervivencia y desarrollo de la polis.

Entonces, no es extraño que no nos crean mucho cuando decimos que los Masones no nos ocupamos de temas políticos cuando nos reunimos. La verdad es que si nos ocupamos de ellos. Pero no representamos a un partido político ni a una ideología en particular, ni un mundo de poder subterráneo y secreto que tras bambalinas quitamos y ponemos presidentes y ministros, somos ciudadanos al igual que todos comprometidos con la república, respetuosos de las leyes y deseosos de una mejor sociedad.

1 comentario:

  1. Querido hermano, recibe un triple abrazo, te hago llegar las felicitaciones por el artículo relacionado con política... me llena de tranquilidad que se traten con madurez este tema, personalmente me ha preocupado cuando decimos que dentro de logia no se "debe" hablar de política, muchos lo podrían tomar como una suerte de desentendimiento de la realidad, talvés un escapismo que justifique "armonía" dentro del templo. Por otro lado, tuve el gusto de conocer Asunción en cuyo caso el Hermano Alejandro Deddof me recibió y guió en mi corta estancia.
    Salud, Fuerza y Unión.

    Jeamil Burneo, C.:M.:
    L.:Pio Jaramillo A. Nro. 42
    Vall:. de Loja, Ecuador

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