¿Masones?... para qué. Tratado sobre la razón de ser de la masonería

Hace un par de días leí en un blog el comentario de un hermano sobre la noción que tienen otros “hermanos” de la masonería. Este hermano que escribió el comentario, y a quien tengo especial estima, quedó perplejo ante las opiniones escuchadas en los pasos perdidos de una obediencia masónica.

La opinión se desarrolló, y lo transcribo, “hacia la afirmación de que (la masonería) es una institución forjadora de hombres, en directa implicancia a que la institución busca alimentar al profano a la búsqueda de un camino de su mejor realización, pero y siempre hay un pero, dejando de lado su sentido de expansión de dichos principios hacia la sociedad”. ¡Bárbaro!, como dirían los romanos.


Justamente este tipo de comentarios hacen de la masonería la depositaria de todos los males. Esta desinformación sobre el propósito de la masonería me llevó a escribir estas líneas, quedándome tranquilo ante aquella barbaridad que anida en los hombres que se disfrazan de masones o que utilizan a la organización como un carnet de pseudo prestigio social o político.


El tema viene bien cuando en los albores del siglo XXI, las libertades de pensamiento, manifestación, expresión ideológica y religiosa están protegidas por los estados, la sociedad en América latina se pregunta ¿Qué tienen o cuáles son las actividades que realizan en sus lugares de reunión, como para que la sociedad no pueda conocer sin iniciarse en sus misterios? ¿Qué encierran sus prácticas a los ojos de la humanidad?


La masonería procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes. Tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias e intereses, uniendo a todos los hombres en bien de la humanidad. Impulsa a mis miembros a transformarse en elementos útiles para la sociedad.


Enseña mediante sus grados y ritos, que no son de un siglo, tampoco se establecieron de una vez para siempre, sino que fueron apareciendo en épocas diferentes como pensamientos e ideas que gradualmente se desarrollaron y se unieron por una atracción natural y progresista de la civilización. Claro que la masonería consiste en algo más que conferir grados, en la exacta repetición de las lecturas de cada grado, y en el familiar conocimiento de las fórmulas y palabras que se usan en la apertura y en la clausura de sus trabajos.


La misión principal de la masonería es enseñar la ley de evolución y del progreso, el hombre hacia la perfección. No es posible hallar una verdadera interpretación de la masonería sino se relaciona su sistema, estrechamente con el proceso evolutivo de la humanidad. Todo en ella gira en torno de un progreso gradual de la oscuridad a la luz y todo lo que la luz trae aparejado.


La finalidad de sus grados consiste en presentar al masón objetivos de evolución en vida, no para el mundo de las ideas, los cuales debe esforzarse por alcanzar, para que el grado que ostenta esté lo más cerca posible del grado evolutivo que va alcanzado. El camino evolutivo, en el cual se funda la masonería, es, desde todo punto de vista, práctico y útil. Significa, para el que recorre, un progreso en capacidad mental, conocimientos, visión, sabiduría y fuerza espiritual que lo comprometen a volcarlos en bien de la humanidad.


La masonería ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso humano en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y de lo perecedero a lo imperecedero. Es un despropósito ser masón y no preocuparse por estos temas, que son individuales y a la vez colectivos.


Procura demostrarnos, en fin, que seremos esclavos de nosotros mismos y susceptibles a circunstancias limitadoras sólo hasta que tomemos conciencia del que el hombre es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros y que la búsqueda del propio interés racional y de nuestra felicidad es el más alto propósito en la vida.


La posesión de antiguos secretos que excitan la curiosidad de los hombres y atraen de una manera irresistible a sus templos, no le bastaría para afianzar perpetuidad y vitalidad perenne. La masonería se desarrolla en los siglos porque sus fines son más nobles y elevados que la simple conmemoración de sus misterios secretos, porque requiere que ellos se conviertan en norma de vida de sus adeptos y que estas normas se cumplan a cabalidad, de lo contrario ¿para qué sostener algo que no se practica?


En conclusión,
la Masonería es una institución universal, esencialmente ética, filosófica, iniciática y progresista. Ella tiene por principio la libertad absoluta de conciencia y la solidaridad humana. Constituye el centro de unión para los hombres de espíritu libre de todas las nacionalidades y credos. Como institución docente formativa tiene por objeto el perfeccionamiento del hombre y de la humanidad. Promueve entre sus adeptos la búsqueda incesante de la verdad, el conocimiento de sí mismo y del hombre en el medio en que vive y convive, promueve el estudio de la moral universal, de las ciencias, y las artes para alcanzar la fraternidad universal del género humano.

Christian Gadea Saguier

© Blog Los Arquitectos

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