Los rituales en la masonería

En las logias medievales, terminado el proceso de aprendizaje, el neófito solicita a su admisión en una de ellas. Llegado el día de la misma, el neófito, a quien se había entregado un símbolo que habría de reproducir posteriormente en todas sus obras, se presentaba en el lugar de reunión, convenientemente acondicionado para la ceremonia.

Tras adoptar el aspecto de un mendigo, desnudándole el pecho y el pié izquierdo, se le vendaban los ojos y era conducido a una puerta que se le abría tras llamar con fuerza tres veces. El aspirante era conducido ante el maestro, ante quien se arrodillaba y escuchaba una plegaria a Dios; después, daba tres vueltas a la habitación, se colocaba ante la puerta con los pies en ángulo recto daba tres pasos hacia el maestro y extendía su mano derecha sobre una mesa sobre la que se encontraba, abierto, el libro de los Evangelios, además de una escuadra y un compás; entonces, juraba obedecer las leyes de la cofradía, cumplir con sus obligaciones y guardar en secreto lo que ya sabía y pudiera aprender en el futuro.

Acabado e juramento, se le quitaba la venda, se le entregaba un mandil nuevo y se le comunicaba la contraseña, el saludo y el toque de los aprendices masones.

Cada Rito de la masonería moderna, y hay muchos, posee su propia variante de este ritual y un número de grados que le es propio; desde los 3 de la Masonería Azul a los 99 del Rito de Menfis y Misraim, pasando por los 7 del Rito Escocés Rectificado y los 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Los grados de cada Rito tiene sus propios ritos, juramento, símbolos, etc.; cada uno de ellos es una etapa que el masón alcanza en su recorrido. Pese a la innumerable variedad de grados que existen de unos Ritos a otros, todos ellos comparten y tienen como base tres grados fundamentales, que conforman la llamada Masonería Simbólica y son: Aprendiz, Compañero y Maestro.

El grado de Aprendiz está relacionado con la falta de conocimiento. El neófito es introducido en la logia con los ojos vendados y desprovistos de metales, pues se trata de un lugar de paz. Al igual que en el rito medieval, lleva el pie y el pecho izquierdos desnudos en señal de pobreza, humildad y, tras pasar las pruebas de la tierra, el aire el agua y el fuego, se le quita la venda y, de un modo simbólico, es entonces cuando ve la luz del conocimiento.

El grado de Compañero está relacionado con esos viajes de formación que antaño realizaban algunos albañiles a la búsqueda de los nuevos conocimientos que pudieran brindarle otros compañeros masones. En este grado, el masón debe viajar simbólicamente en pos del conocimiento y a descubrir el mundo.

El tercer grado, el de Maestro, está relacionado con la muerte y la resurrección; la figura central del mismo es Hiram, un personaje experto conocedor del trabajo de los metales que trabajó para Salomón en la construcción del templo de Jerusalén. Asesinado por tres discípulos a quienes no quiso confiar su secreto de maestro, fue enterrado por éstos, quienes plantaron sobre su tumba una acacia. Localizada y arrancada la acacia por los grupos que partieron en busca del maestro desaparecido, este resucitó en el espíritu de quienes los encontraron. El rito de paso al grado de Maestro reproduce la muerte, debida a la ignorancia y el fanatismo, y la resurrección mediante el saber y la tolerancia.

Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos

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