Hace tantos siglos que la humanidad festeja la navidad que se ha olvidado de su primitivo origen. Hoy se conmemora el advenimiento de Jesús, pero no siempre fue así.
Con el inicio de la expansión de la Iglesia Católica por todo el continente europeo hacia finales del siglo IV, los Papas no siempre pudieron imponer su fe por la fuerza y a menudo tuvieron que obrar con astucia fingiendo tolerar determinados ritos paganos aunque en realidad los minaban y transformaban progresivamente al entremezclarlos con elementos cristianos añadidos.
Una muestra de ello nos la dejó el papa Gregorio I "El Grande" (590-604) que, aunque siempre ordenó que los paganos fuesen sometidos a castigos y prisión si no se convertían, tuvo que ser más cauteloso durante su conquista evangélica de las almas de los anglosajones, aconsejándole al abad Mellitus, jefe de los propagadores del cristianismo en Gran Bretaña, lo que sigue:
«No hay que destruir los templos paganos de ese pueblo, sino únicamente los ídolos que hay en los mismos; después de asperjar esos templos con agua bendita, erigir altares y depositar reliquias; porque si tales templos están bien construidos, perfectamente pueden transformarse de una morada de los demonios en casas del Dios verdadero, de manera que si el mismo pueblo no ve destruido sus templos, deponga de su corazón el error, reconozca el verdadero Dios y ore y acuda a los lugares habituales según su vieja costumbre...»
Ayer quedé sorprendido cuando hojeé el último número del suplemento que cada jueves publica “Observador Semanal”, una publicación que promueve el ala conservadora de la Iglesia Católica en Paraguay.
La nota en cuestión habla de “la navidad y la luz” y dice así: “En navidad, los cristianos celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Dios hecho hombre. No celebramos la fecha exacta, ni el día o la hora precisa. De hecho, el 25 de diciembre fue establecido para hacerlo coincidir con el solsticio de invierno (hemisferio norte), a partir del cual los días se hacen más largos, y para expresar que el nacimiento de Cristo, luz del mundo, vence las tinieblas y la muerte. La hora de la medianoche y la llegada del nuevo día constituyen el escenario propicio para que el Salvador venza la oscuridad y el pecado”.
Sorprende la nota justo cuando Benedicto XVI dijo a los jóvenes, no recuerdo en qué país, que “el nacimiento de Jesús es algo verdadero”.
El tema de la navidad, Jesús y la luz es reiterativo en cada año al llegar esta fecha; sin embargo es importante no olvidar el origen del culto a la Luz.
Con el desarrollo de las culturas urbanas, los rituales solsticiales agrarios no desaparecieron sino que se adaptaron a las nuevas circunstancias y necesidades, por eso las fiestas paganas más importantes rebasaron el ámbito campesino y se convirtieron en ciudadanas, de forma que la fecundidad que en origen solicitaban para el campo y el ganado, pasó a comprenderse como prosperidad y riqueza para la ciudad.
Estas festividades se concentran sobre todo en invierno, pues la actividad humana sufría en estos meses una bajada en su ritmo, ya que la guerra se detenía, nadie se atrevía a navegar y las faenas agrícolas eran entonces menos intensas. El invierno es en consecuencia un periodo muy propicio para que las relaciones que se entablan con el mundo sobrenatural sean más estrechas, más íntimas.
Entre las fiestas de los antiguos griegos y romanos que fueron precedentes de la Navidad cristiana debe destacarse, por su importancia social y trascendencia mítica y simbólica, las dedicadas a Dionisos y Saturno.
Si nos remontamos mucho más atrás en la historia de la humanidad, hasta la época en la que los hombres comenzaron a desarrollar el concepto divino, observaremos que todas las culturas de la Antigüedad pasaron a identificar a su dios principal, o a alguno de los más importantes de su panteón, con el dios Sol y, en lógica consecuencia, situaron la conmemoración y festejo de su advenimiento alrededor del prodigioso evento cósmico que representaba el solsticio de invierno cada 20 a 24 de diciembre.
Caldeos, egipcios, cananeos, persas, sirios, fenicios, griegos, romanos, hindúes y la práctica totalidad de los pueblos con culturas desarrolladas, entre los cabe incluir los imperios, han celebrado durante el solsticio hiemal el parto de la "Reina de los Cielos" y la llegada al mundo de su hijo, el joven dios solar.
En los mitos solares ocupa un lugar central la presencia de un dios joven que cada año muere y resucita, encarnando en sí los ciclos de la vida en la naturaleza. En las culturas de mitología astral, el sol representaba el padre, la autoridad y también el principio generador masculino. Durante la antigüedad, en todo el mundo civilizado, el sol fue el emblema de todos los grandes dioses, y los monarcas de todos los imperios se hicieron adorar como hijos del Sol.
En el Egipto Antiguo se creía que Isis, la virgen Reina de los Cielos, quedaba embarazada en el mes de marzo y daba a luz a su hijo Horus a finales de diciembre. El dios Horus, hijo de Osiris e Isis, era el "gran subyugador del mundo", concebido milagrosamente por Isis cuando el dios Osiris, su esposo, ya había sido muerto y despedazado por su hermano Seth o Tifón.
Mitra, uno de los principales dioses de la religión irania anterior a Zaratustra, pervivió con fuerza en el imperio romano hasta el siglo IV d. C., era una divinidad de tipo solar, tal como lo atestigua, entre otros, su cabeza de león que hizo salir del cielo a Ahrimán (el mal). Tenía una función de deidad que cargaba con los pecados y expiaba las iniquidades de la humanidad, era el principio mediador colocado entre el bien (Ormuzd) y el mal (Ahrimán), el dispensador de luz y bienes, mantenedor de la armonía en el mundo y guardián y protector de todas las criaturas, y era una especie de mesías que, según sus seguidores, debía volver al mundo como juez de los hombres. Sin ser propiamente el Sol, representaba a éste y era invocado como tal.
Como verificamos, muchos siglos antes que Jesús, estos dioses solares ya habían nacido de una virgen un 25 de diciembre, en una cueva o gruta, siendo adorado por pastores y magos, obrando milagros, perseguidos, ejecutados y resucitados al tercer día.
La religión cristiana prosperó absorbiendo detalles de los cultos paganos, como la imagen del niño-dios en el culto de Dionisio, lo representaban en pañales, puesto en un pesebre; el nacimiento en un establo, como Horus en el templo-establo de la diosa virgen Isis, reina de los cielos; nuevamente como Dionisio, cuando convierte el agua en vino; como Esculapio, resucita a los muertos y devuelve la vista a los ciegos; como Attis y Adonis, es llorado y celebrado por mujeres; su resurrección, como la de Mitra, se produce a partir de una sepultura excavada en la piedra.
Todos ellos habían nacido, según el mito, durante el solsticio de invierno, el nacimiento del sol, fecha en la iglesia llamada Católica sitúa el advenimiento de Jesús, pero nadie en la antigüedad pretendió en serio que los dioses citados fuesen personajes históricos. En lo fundamental, por lo tanto, el cristianismo no es más que un paganismo reformado. ¡Féliz solsticio!.
Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos
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muy interesante y cierto, en verdad. saludos.
ResponderEliminarLa iglesia catolica ha enfermado a muchas personas en el mundo con sus mentiras. Es de destacarse que efectivamente la iglesia catolica ha tomado de otras religiones sus festejos y si bien es cierto se dice que Jesus no nacio en estas fechas ya que como lo explica la logica no pudo haber nacido en un pecebre en estas fechas que hace muchisimo frio en esos lugares y asi muchas otras cosas que la mismla iglesia se contradice. Saludos fraternales
ResponderEliminarEs importante enfocarse en lo positivo de las religiones, sobre todo de la católica que cuenta con millones de adeptos en todo el mundo. Si la religión es un medio para alcanzar el equilibrio y la paz mental, y si se actúa en consecuencia con las creencias de su libro sagrado, la religión es buena. Si la religión se utiliza como un medio para ejercer el poder de forma indiscriminada, para dañar a los más débiles en el pensamiento y aprovecharse de su incapacidad de razonar con criterio propio...entonces esta mal. Es positivo conocer la historia, y es positivo utilizarla como referente de ir mejorando la convivencia entre seres humanos día a día...si no se le saca un efecto constructivo al hecho de analizar y revisar el pasado, y se queda uno en la crítica por la crítica...entonces, es más de lo mismo. Espero que este diálogo interno en voz alta, sirva como grano de arena que llegue a ser montaña. MR
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