La visita del Papa, pasado mañana, a la famosa Universidad de La Sapienza, el ateneo más antiguo de esta capital, ha desencadenado un revuelo de dimensiones gigantescas en Italia. Después de que más de 60 científicos manifestaron en una carta su rechazo a la visita del Papa, acusado de haber atacado a Galileo, un tenso debate entre laicos y católicos se ha abierto en la Península, donde ayer algunos intelectuales se preguntaban si no era en verdad un "acto de censura", contrario a la libertad, pedir la anulación de la visita del Santo Padre a la universidad romana, reza la nota de la corresponsal Elisabetta Piqué.
En sintonía con el vade retro de los académicos a Benedicto XVI, que el jueves inaugurará el 705° año académico de La Sapienza, diversos grupos estudiantiles organizaron una "semana anticlerical" de protesta. Se trata de cuatro días de eventos, debates y shows que culminarán pasado mañana con un "asalto sonoro" a la universidad -a través de música dance y house a todo volumen- para molestar la visita de Joseph Ratzinger, un "huésped indeseado".
Un "evento incongruente"
La "rebelión" antipapal comenzó en noviembre pasado, cuando Marcello Cini, profesor emérito de física de La Sapienza, escribió una carta al rector de esa universidad, Renato Guarini, en contra de la presencia de Benedicto XVI, una "increíble violación de la tradicional autonomía de las universidades".
La "rebelión" antipapal comenzó en noviembre pasado, cuando Marcello Cini, profesor emérito de física de La Sapienza, escribió una carta al rector de esa universidad, Renato Guarini, en contra de la presencia de Benedicto XVI, una "increíble violación de la tradicional autonomía de las universidades".
A esta misiva se fueron sumando otros 67 docentes, indignados porque el 15 de marzo de 1990 Joseph Ratzinger, siendo aún cardenal, en un discurso que pronunció en la ciudad de Parma hizo suya una afirmación del filósofo Paul Feyerabend que afirmó que "en la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que Galileo, y que el juicio que la Iglesia le hizo a Galileo fue razonable y justo".
"Se trata de palabras que, en cuanto científicos fieles a la razón y en cuanto docentes que dedican su vida al avance y a la difusión de los conocimientos, nos ofenden y nos humillan", escribieron los científicos. "En nombre del laicismo de la ciencia y de la cultura, y en el respeto de nuestro ateneo, abierto a docentes y estudiantes de todos los credos e ideologías, auspiciamos que este evento incongruente pueda ser anulado", agregaron.
Entre los firmantes de la carta se encuentran nombres de importantes científicos, como el físico Andrea Frova, autor de un libro sobre Galileo; Luciano Maiani, presidente del Consejo Nacional de Investigaciones, y los investigadores Carlo Bernardini, Giorgio Parisi y Carlo Cosmelli.
"Nosotros, que hemos dedicado toda nuestra vida a la ciencia, no tenemos ganas de escuchar en nuestra casa una voz que condena de nuevo a Galileo", denunció Andrea Frova. "Las acusaciones anticientíficas realizadas por el Papa cuando era cardenal las reiteró en su última encíclica: él está convencido de que cuando la verdad científica entra en conflicto con la verdad revelada, la primera debe pararse. Algo así no puede ser aceptado en una comunidad científica", afirmó Cosmelli.
Galileo Galilei (1564-1642) fue condenado por hereje por la Iglesia en 1632, luego de haber afirmado que la Tierra giraba alrededor del Sol, lo que rompía el dogma de la cosmología católica. En 1992, sin embargo, Juan Pablo II rehabilitó al famoso astrónomo.
Nunca antes, sin embargo, causó tanto revuelo la visita del Papa. La tensión, en efecto, era palpable en la universidad, donde colgaban de las paredes pancartas con leyendas que rezaban "No Pope"; "O con el Papa o con el saber, defendamos a Minerva [diosa del conocimiento] del oscurantismo"; o "El saber no necesita ni padres ni curas".
En este clima, no sorprende que La Sapienza, que todavía no decidió si suspenderá las clases del jueves, haya puesto a punto fuertes dispositivos de seguridad, como prohibir el ingreso de autos en la ciudad universitaria, un ateneo que, gracias al Papa, estará bajo la lupa de todo el mundo.
Christian Gadea Saguier
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