Llega 2009, recuerden a Darwin

En medio de toda la confusión que nos depara el nuevo año ante los problemas de la economía global, reflexionar probablemente nos traiga mejores augurios que esperar el resultado de un rezo. Y justamente a pensar nos invita este científico. Tú me podrías decir – ¿por qué recordarlo? Y te respondo: – el año que llega a nuestro calendario propicia el festejo de los 200 años de su nacimiento y 150 de la publicación de El origen de las especies.
 
Debía haber sido médico, pero no le agradaba esa profesión. Para evitar que «se volviera un señorito ocioso», su padre le propuso entonces que se hiciera clérigo, una idea que no le desagradó. Para prepararse, se matriculó en la Universidad de Cambridge, donde mostró que le gustaba más buscar escarabajos que estudiar teología. Gracias a aquella afición le surgió en 1831 la oportunidad de embarcarse como naturalista, sin retribución, en un barco, el famoso Beagle. Aquel viaje, que duró cinco años, le cambiaría la vida. Me estoy refiriendo a Charles Darwin (1809-1882).

La información que acumuló en aquel periplo se convirtió en semillas que exigieron de una lenta germinación y del abono de todo tipo de detalles, así como de un marco teórico que les diese sentido (lo encontró leyendo a Malthus). En cuanto a la idea de hacerse clérigo, «murió de muerte natural», según su autobiografía. De aquellos esfuerzos nació El origen de las especies (1859), una de las joyas del pensamiento humano. 

Victoriano prudente, además de esposo fiel de una mujer muy religiosa, Darwin no hizo mención explícita de que también se aplicaba a nuestra especie lo que se esforzaba en demostrar a lo largo de todo el libro: que las especies que han poblado la Tierra han ido cambiando a lo largo del tiempo, emparentadas unas con otras, como si la vida fuera un árbol con muchas, entretejidas, ramas. Llegaría el día, 1871, en que sí se atrevió: publicó El origen del hombre. No hizo falta tanto para que sus ideas fuesen combatidas, una situación que se mantiene, a pesar de la deconstrucción de los dioses. 

Ahora los creacionistas, especialmente en Estados Unidos, utilizan la idea de un «Diseño Inteligente» –alguien, un dios, debió diseñar la vida, tan maravillosamente compleja, en especial la humana–, y argumentan que, en defensa de la libertad de pensamiento, el creacionismo debe ser enseñado en las escuelas junto al evolucionismo –¿deberíamos hacer lo mismo con la democracia y la tiranía?–. También dicen que la de Darwin «es sólo una teoría». Curiosa idea de lo que es una teoría científica.

Cierto, la teoría de la evolución darwiniana nos desprovee de cálidas promesas que ayudan a encarar un futuro en última instancia descorazonador, el de la muerte; pero defiende algo que hemos aprendido a valorar: la búsqueda de la verdad utilizando el razonamiento lógico y la prueba experimental. De todo esto hay toneladas en la obra de Darwin, cuya lectura se ve ahora facilitada con nuevas traducciones y reediciones.

Y no olvidemos que junto a la racionalidad iluminada por los hechos, también se puede encontrar en sus libros una profunda humanidad. Dos ejemplos: las líneas que dedicaba en el Diario de un naturalista (1839) a mostrar su repulsa al encontrarse en Brasil con la esclavitud: «jamás olvidaré la sorpresa, disgusto y vergüenza…», y las que cierran El origen del hombre, empapadas de compasión y de amor por la vida, por toda la vida: prefería, decía, descender del monito o del cinocéfalo, que se comportan con heroísmo para salvar a sus congéneres, que de «un salvaje que se complace en torturar a sus enemigos..., trata a sus mujeres como esclavas, desconoce la decencia y es juguete de las más groseras supersticiones».

Negado por los así llamados «creacionistas», que insisten en desconocer la teoría de la evolución, o apropiado por la psicología evolutiva, que ve allí la única clave para comprender la conducta humana, el legado de Darwin aparece hoy desdibujado por el fundamentalismo religioso o por las mitologías científicas. Pero, ¿qué nos dice la teoría de la evolución de los grandes temas: la existencia de Dios, nuestra visión de la naturaleza humana, nuestra relación con otras criaturas. Sintetizando, ¿qué es la teoría de la evolución?, ¿para qué sirve esta teoría? Son preguntas fundamentales que tienen consecuencias trascendentales para nuestra visión de nosotros mismos y de nuestro lugar en el universo. 
 
El postulado central del pensamiento evolutivo es el simple hecho de que la vida evolucionó sobre la faz de la tierra. La idea fundamental que sostiene esta argumentación es el hecho de descendencia con modificación por medio de evidencias fisiológicas que confirman la relación existente entre estructuras. Pero la mayor importancia de esta teoría se encuentra en el campo metafísico: nos dice algo muy general sobre lo que es nuestro universo y sobre las clases de cosas que hay en él. Nos revela muchas cosas acerca del lugar que ocupamos en el universo y asesta un golpe mortal a las cosmogonías teocentricas, socavando los fundamentos pseudo-históricos de las creencias religiosas. Así, la consecuencia más profunda de la evolución es que no tenemos ni necesitamos de una figura paterna todopoderosa.

En conclusión, la contribución de Darwin fue la de dar un paso importante en el camino que nos aleja del animismo primitivo, pasando por los grandes héroes científicos del Renacimiento –Copérnico, Galileo, Newton y otros–, en dirección a una visión del mundo naturalista que finalmente logró prescindir de los fantasmas, los espíritus y los dioses que servían para explicar, en épocas anteriores, todo los fenómenos naturales. Esta visión del mundo postula que tenemos razones para creer las cosas en la que creemos, y que podemos rechazar todo aquellos que no está sustentado por razones. Una exigencia modesta, tal vez, pero que, según creo, podría eliminar una gran parte de las mitologías religiosas y supersticiones que siguen dominando, y a veces devastando, las vidas humanas. 

–Y... ¿ahora te apetece recordarlo? De todas formas, ¡Felíz 2009!

Christian Gadea Saguier

3 comentarios:

  1. Como ex estudiante de antropología, te felicito!!!
    Muy bueno, y continuá con tu misión!!!
    saludos por fin de año!
    Te dejo un link que, si todavía no lo viste, quizás te interese por muchas de las cosas que dice:

    http://video.google.com/videoplay?docid=8883910961351786332

    Saludos

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  2. Muy buena reflexión, nos llama a pensar profundamente...
    Un abrazo,
    Silvio

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  3. No me ha extrañado en absoluto ver la relación Darwin - Masonería que hay en tu blog. Es más, he podido comprobar que algunas de tus publicaciones hacen referencia a dicha congregación.

    Quiero dejar claro, que no soy pro-creacionista pero tampoco soy pro-evolucionista. Más bien, considero que hoy en día hay enigmas que por intereses, ya sean personales, económicos, políticos, ideológicos o la combinación de todos en uno, se nos muestra, enseña y prueba aquello que sólo a unos pocos "elegidos" les interesa y cómo no, en el momento que ellos consideran oportuno.

    Hay muchas instituciones influenciadas y dominadas desde la oscuridad, y la Universidad no es precisamente la más idónea para escaparse de ese control. Sólo daré unos ejemplos. Internet fué creado muchísimas décadas antes de que empezáramos todos a oir hablar de él, y más aun, a que se pusiera al alcance de todos. La hoy tan "novedosa" tecnología inalámbrica resultó ser un invento de principios de 1900. Y sólo te hablo de tecnología, podríamos adentrarnos en medicina, biología...

    Nos muestras el interés florecido de forma "natural" de Darwin sobre la naturaleza, en cuanto, Charles retoma los estudios y postulados que su abuelo Erasmo Darwin ya preparó.

    "el origen de las especies" título de la obra de Darwin, no puede mostrar, justificar ni probar el origen de las especies por medio de la teoría de la selección natural. Porque la selección natural no transforma una rana en un perro, sino que se evoluciona a raíz de una especie creada independiente de otras. Por tanto, valernos de la selección natural para demostrar nuestro origen es como mínimo atrevido.

    Pero con todo, entiendo que esos pocos "elegidos" vieron una gran oportunidad para atacar una vez más a la religión, potencieran, apoyaran, subvencinaran, promovieran, movilizaran todo acto pro-evolucionista. Lo hicieron bien, porque realmente, esos "pocos" elegidos les traía bien floja la propia teoría, no obstante, si vieron que se podía convertir en un arma poderosísima para llevar a cabo su cometido. De ahí, que la gente, desde que se publicó el famoso libro de Darwin no hiciera mucho caso y despertase poco interés. Hablo de la teoría entendida en su propia composición. Ahora bien, el apoyo ideológico que recibió la convirtió en popular en sentido más ámplio, aquel que hoy esta tan de moda... global.

    La ratificación del "naturalismo", incluso por medios engañosos, fue muy importante debido a sus consecuencias socio-políticas. No veo casualidad en que Marx dedicara su obra "el Capital" a Charles Darwin.

    Marx, el ideólogo y padre del comunismo, coincide en que es la misma corriente que esos pocos "elegidos" tanto promulgan.

    El gran defensor de la teoría de Charles Darwin resultó ser Thomas Huxley, Decano de ese grupo de pocos "elegidos", quién encabezó la famosa discusión de Oxford en 1860.

    No me gustaría que me interpretaras mis frases imaginándote como yo visualizo ese grupo de pocos "elegidos" como algo misterioso, cerrado, maquinando alrededor de rituales, etc. Muchos de sus componentes, son hoy en día, personas públicas que desempeñan diferentes oficios, política, economía, medicina, religión, filosofía...

    Saludos

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