La cultura como sello del maestro masón

En los albores del siglo XXI, una era dominada por las comunicaciones y la interactividad entre las personas, el mundo sigue dividido entre los pocos que son ricos y los muchos que son pobres, entre los libres y oprimidos. Las explicaciones tradicionales como el imperialismo, la dependencia o el racismo ya no son adecuadas y crece una gran tendencia de que la razón principal por la que algunas sociedades están mejor que otras yace en los valores culturales, que influyen poderosamente sobre el desempeño político, económico y social.

El término cultura tiene múltiples significados en disciplinas y contextos diferentes. En este trazado estoy interesado en la manera en que la cultura afecta el desarrollo de la sociedad. Por lo tanto, defino la cultura en términos puramente subjetivos como los valores, actitudes, orientaciones y suposiciones subyacentes que prevalecen entre las personas que conforman una sociedad.

Un libro de Oswald Wirth señala: Nadie es Maestro si no posee el Arte a fondo. El aprendiz se contenta con conocimientos rápidos, generales y superficiales. El compañero instruido ya por la práctica, puede observar con más cuidado y controlar la enseñanza teórica hasta adquirir paso a paso la experiencia que conduce a la maestría. Esta, por último, no recompensa al obrero sino cuando éste ha sabido avanzar hasta el genio del Arte para comprenderlo y sentirlo.

Ir al fondo de las cosas, tal es el eterno objeto de la filosofía y, por consecuencia, la tarea esencial del maestro. Es muy significativo al respecto el acto ritual de los hermetistas, por medio del cual debían buscar la piedra oculta de los sabios en el interior de la Tierra. Estas mismas profundidades revelan al maestro masón, la Palabra Perdida. Sólo a fuerza de descender, se penetra en la Cámara del Medio, donde resplandece la Luz, centro explicativo de todos los enigmas.

Más, en este viaje al fondo de las cosas no es fácil avanzar sin tropiezos: el maestro puede embriagarse con los cantos de sirena del conocimiento fácil y aparente. Por eso, es menester distinguir el camino adecuado que conduce realmente al fondo de las cosas, de aquél que sólo conduce a un mundo de apariencia.

Para ello hay que diferenciar al hombre culto, capaz de bucear en las profundidades de las cosas, del hombre erudito, que sólo se contenta con el uso del conocimiento ajeno para un juego de acrobacia intelectual.

El hombre culto, aspiración de todo maestro masón, no es tanto el que sabe muchas cosas, sino que "sabe mucho", lo cual es distinto. Sobre esta afirmación conviene hacer algunas aclaraciones; en especial, precisando las nociones de saber y de conocer.

El saber está indicando algo mucho más profundo que el conocer. No señala tan solo un simple conocer, sino un conocer que debe ser calificado y madurado en la vivencia interior. Por eso, el saber tiene relaciones más estrechas con la experiencia.

Esta distinción es muy importante para el objetivo de este trazado y constituye el punto fundamental sobre el cual deben apoyarse los maestros para elaborar los trazados de instrucción masónica.

El hombre erudito es aquel que se limita a conocer, es decir, a absorber el conocimiento de otros. Es el aprendiz que repite sin saber la razón primera de su afirmación; es el enamorado del detalle, del dato concreto y de la anécdota. Se contenta tan solo con expresar frases hechas sin que se atreva a hacerlas por cuenta propia. Sabe muchas cosas, pero las sabe en forma aislada e inconexa entre sí; en fin, su saber es superficial.

El hombre culto, en cambio, es el que puede saber menos cosas que el erudito, pero su saber es más profundo. Las cosas que sabe están todas conectadas entre sí y configuran una experiencia íntima total, de manera que al expresar una frase, lo hace apoyado en una vivencia rica en posibilidades y relaciones.

Por eso, la persona culta es la que puede manejar y dominar las verdades que posee, al punto que su personalidad se ve enriquecida y engrandecida; y con ello enriquece y engrandece a sus semejantes; en otras palabras, el conocimiento del hombre culto es asimilado y elaborado en el interior, en un proceso enriquecido por la experiencia hasta ser transformado en una rica vivencia.

Es semejante al proceso de transmutación de los alquimistas, cuyo objeto era partir con un metal común (Piedra Bruta), para transformarlo en oro (Piedra Cúbica).

En fin, por lo tanto debemos consolidar los valores, actitudes y orientaciones masónicas para luego trascender en la sociedad como agentes de transformación. Este es el hombre que cultiva, el que construye y esta acción es el sello del maestro.

3 comentarios:

  1. Saludos hermanos de Mexico, y un ósculo de paz a todos los esparcidos en el mundo.

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  2. Entonces ¿ser culto es un privilegio del que sabe vivir, o es una virtud del que tiene conciencia de que la vida humana es efímera?

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  3. En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era Dios.
    este era en el principio con Dios,todas las cosas por el fueron echas y sin el nada de lo que ha sido hecho,fue hecho.
    en el estaba la vida y la vida era la Luz de los hombres. y la Luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella. san Juan cap 1 verso 1 al 13.
    Jesucristo es la luz verdadera fuera de el no existe la luz,solo tinieblas quien rechace la luz perderá su vida en la oscuridad eterna,fuera de el no hay salvación.
    los símbolos de tu logia no te pueden salvar solo Jesucristo tiene las llaves de la salvación solo el es la verdad. no existe otro nombre dado a los hombres bajo el cual haya salvación.
    SAN PEDRO CAP 2 VS 2AL 8.
    HE AQUÍ,PONGO EN SION LA PRINCIPAL PIERDA DEL ÁNGULO,ESCOGIDA Y PRECIOSA, Y EL QUE CREYERE EN EL NO SERA AVERGONZADO.PARA VOSOTROS,PUES LOS QUE CREÉIS EL ES PRECIOSO;PERO PARA LOS QUE NO CREEN,LA PIEDRA QUE LOS EDIFICADORES DESECHARON HA VENIDO A SER LA CABEZA DEL ÁNGULO Y PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA QUE HACE CAER.
    si vosotros desprecias a la piedra viva nunca verán la luz y jamas alcanzarán la vida eterna. a quien mejor es creerle al hijo Dios que a una pila de hombres que son iluminados por el maestro de las mentiras Luz Bell (satanás)

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