¿La Masonería piensa en un dios? ¿Puede hacerlo? si puede ¿Cómo lo hace?

Ya en la nota anterior he demostrado el perjuicio que ha traído a la humanidad las guerras de religión, tratando cada una de ellas de imponer su teología. Qué futuro nos depara si no apartamos el tema sobreponiendo lo humano por lo divino en la tierra, el único lugar que tenemos para vivir, hasta el momento. De seguro, como mínimo la vuelta de las Cruzadas, pues la Yihad ya está presente.

Pero teniendo a la humanidad como medida de todas las cosas ¿La Masonería piensa a Dios? ¿Puede hacerlo? si puede ¿Cómo lo hace?. El hecho que parte de la Masonería coloque al Gran Arquitecto del Universo (GADU) en el centro de sus trabajos es, por sí mismo, una respuesta positiva a la primera pregunta, y eso conlleva una cantidad de consecuencias interesantes y estimulantes.

Los debates filosófico-religiosos que agitaron la segunda mitad del siglo XIX alcanzaron también la esfera masónica y suscitaron en las Logias la querella del GADU, especialmente vívida en los países católicos.Esperando poder apaciguar los ánimos, el
Supremo Consejo de Francia propició la reunión un Convento Universal que tuvo lugar en Lausana en setiembre de 1875. Los Delegados de los once Supremos Consejos participantes decidieron no identificar al GADU con el concepto del “Dios” de las religiones, sino proponer formulaciones con proyección universalista:
Creador Superior
Principio Creador

Fuerza Superior

Esta posición sitúa a los masones del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en un plano espiritual abierto y tolerante, no limitando el Espíritu al contexto único de las religiones del Libro. Esta postula posibilita la apertura de las puertas de sus Templos a fieles de todas las confesiones, no necesariamente de matriz judeo-cristiana como los Hinduistas, a los secuaces de Zoroastro, a los Budistas, a los Sintoístas, a los Sikh, etc.

Esta interpretación a-religiosa del GADU como un Principio imposible de definir o de negar, preserva de vanas especulaciones al respecto. Así cada uno de los miembros conserva total libertad de conciencia por lo que concierne a su concepción personal de algún dios. De esta forma la Masonería conservadora puede recibir a todo hombre libre y de buenas costumbres, fueren cuales sean sus opiniones.

Recordando la nota anterior, mencionamos que a lo largo del siglo XVIII se esparció sobre el continente europeo un movimiento cultural denominado Iluminismo donde la religión que aquellos masones practicaban, se identificaba con la religión natural adogmática, de cual hablará Voltaire en su Diccionario Filosófico.

El dios de los filósofos de las Luces que constituía el denominador común de la mayoría de los masones franceses, era un Ser Supremo que se revelaba a través de las leyes de la naturaleza y del cosmos, sin que fuese, por lo tanto, reconocer manifestaciones sobrenaturales. El Gran Oriente de Francia (GOF) representó hasta 1877 esta posición deísta y tolerante en relación a “Dios”. La propia iniciación de Voltaire en la Logia Nuve hermas en 1778, representó la adhesión de la élite masónica francesa a esta concepción religiosa.

Pero teniendo presente que El Gran Oriente de Francia es la obediencia masónica más liberal y progresista, realizó un Convento en 1877 para estudiar la suspensión de toda referencia al GADU dentro de sus trabajos, sin pretender hacer una profesión de ateísmo o materialismo, sino establecerse como institución abierta y progresista, saltando la valla dogmática y dejando su consideración para las religiones y teólogos.

En aquel Convento, el Hermano Fréderic Desmons, un pastor protestante de Gard que posteriormente fue Gran Maestro del GOF argumentó que muchos profanos con el deseo de pertenecer a la Masonería se veían imposibilitados de hacerlo por la imposición dogmática de “creer” en un Ser Superior, demandó por lo tanto la supresión de esta fórmula porque le pareció sobremanera, inútil y extraña a la finalidad de la Masonería.

De las discusiones acaloradas, el Convento adoptó que “la Masonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista, que tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes…Ella tiene por principio la libertad absoluta de conciencia y la solidaridad humana”. Esta redacción perdura sin muchas modificaciones hasta nuestros días.

No es mi intensión proponer una reflexión estrechamente histórica sobre estas diferentes obediencias sino más bien una reflexión general de interés común, aclarando que la Masonería no es una religión; por eso no existe un "Dios masónico" y tampoco una "teología masónica".

El Gran Arquitecto del Universo permanece en un concepto general y universal que la Masonería no puede ni debe delimitar, porque de por sí es inexpresivo e indefinible en el contexto de una institución que se propone ser el lugar de encuentro de todas las diversidades para la construcción de la humanidad. Esta entidad representa por lo tanto un concepto individual que debe ser interpretado directamente en cada hermano, según su propia y libre conciencia.

Christian Gadea Saguier
©
Blog Los Arquitectos

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