La educación es una de las cuestiones que más parecen preocupar a la sociedad contemporánea. Diariamente se dice que vivimos en la sociedad del conocimiento. Así la educación aparenta ser una prioridad, si se considera el discurso público de los dirigentes. Pero, ¿acaso ese discurso refleja una preocupación real, traducida en políticas y decisiones concretas que dan a la educación el lugar privilegiado que debe tener sobre todo en los países de América del Sur con vistas al futuro? Según afirma Guillermo Jaim Etcheverry en su libro La tragedia educativa, por lo menos “la acción concreta de la sociedad argentina no parece estar guiada por esas ideas”.
En estos días la sociedad chilena está viviendo una gran protesta estudiantil en busca del logro de una educación justa y de calidad, aspecto menos trabajado en los últimos 16 años, según reconoció la presidente Bachelet. En virtud al pedido, anunció que jóvenes formarán parte del Consejo Asesor para la Calidad de la Educación integrada por otras 65 personas, entre ellas el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, quienes revisarán la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza para hacerle los cambios correspondientes.
En una nota publicada el último jueves en un diario chileno el Q.H. Jorge Carvajal, Rector de la Universidad La república y Gran Maestro de la Gran Logia de Chile manifestó que “desde el surgimiento de las primeras logias, han puesto especial interés en la educación y sus miembros han contribuido con acciones relevantes que serían largas enumerar las obras desde Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera fruto de sus actividades”. En abril pasado, se efectuó un nuevo congreso de educadores masones, cuyas conclusiones se entregarán al Gobierno.
La masonería chilena ha observado con detención el desarrollo del sistema educacional. En su oportunidad, denunció y advirtió públicamente las consecuencias negativas que traerían la municipalización de la enseñanza, el deterioro del Estado docente, la reducción y el debilitamiento de las grandes universidades nacionales y la carencia de gratuidad, asistencialidad y laicismo de la instrucción en el país.
La Francmasonería considera que el trabajo y la educación son las grandes herramientas de la humanización y del humanismo. Ambos han hecho posible la evolución que ha llevado desde el animal al hombre. Por el trabajo se dignifica y prospera; por la educación se mantiene y acrecienta la cultura, medio o hábitat del ser humano, se alcanzan niveles superiores del intelecto y el espíritu, así como posibilita el perfeccionamiento individual y la integración en la comunidad de modo productivo, con respeto por todos los hombres y sus ideas. Por eso, trabajo y educación deben ubicarse en los niveles superiores de la escala social y alcanzar, entre otros, la categoría de derechos fundamentales.
El fracaso escolar de nuestros jóvenes no es el fracaso del sistema educativo ni de la institución escolar: es, ante todo, el fracaso de un modelo cultural y de un sistema de valores que, si bien ensalzan las virtudes de la educación y del conocimiento, erigen como ejemplos de vida y de conducta justamente modelos opuestos.
La Gran Logia de Chile estima que se han de fijar políticas educacionales con el respectivo establecimiento de instituciones y acciones destinadas a alcanzar la excelencia de la enseñanza para todos los chilenos, la asistencialidad a quienes no poseen recursos y la recuperación de la instrucción pública y del rol rector y fundamental del Estado para establecer y regular una educación tendiente a lograr un modelo de mujer y hombre que no sólo se sirva a sí mismo, sino a los grandes propósitos nacionales.
Se trata de educación con fuerte base en los valores universales, especialmente los de tipo ético superior, capaces de hacer que los hombres y las mujeres se sientan solidarios con el resto y practicantes de una moral que convoque y no excluya, lo que no impide la consideración de pensamientos de sectores específicos que sustentan legítimos sistemas de ideas en materias en donde nadie puede afirmar que posee la verdad única.
Cuando nos escandalizamos porque nuestros jóvenes no leen o no comprenden lo que leen, debemos tener presente que quizá no comprendan lo que leen en los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad. La dirigencia de los países de esta parte de América ha desertado peligrosamente de su misión de constituirse en un modelo de vida que merezca ser imitado y que se corresponda con el discurso que sostiene con respecto a los valores. Estos mandatarios tendrían que giran sus rostros para observar como esta dama chilena está llevando el testamento de la educación, única herramienta que romperá las cadenas del subdesarrollo mental que mantiene en la ignorancia y pobreza a Sudamérica.
Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos
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