Por un mundo laico

En esta parte de América y especialmente en el Paraguay, la Iglesia Católica desde su instalación tuvo una gran participación en el campo de lo político. Tal es la vergüenza que vive hoy esta sociedad paraguaya, carente de liderazgos, que hoy su mayor exponente para ocupar la presidencia de la República en el 2008 es un activo sacerdote.

Gestos desde la política hacia esta iglesia siempre existieron, el último fue el ofrecimiento de USS 500.000 del actual mandatario, a modo de paliar su pobre administración y acallar las voces religiosas. Recuerdo que en aquel momento envié a los medios de prensa una nota titulada "En defensa de la República". Pero, considero que no pocos ciudadanos comprenden que lo religioso no puede inmiscuirse en la sociedad civil y menos aún gobernarla.

Tal es el caso que en una oportunidad, un exitoso empresario paraguayo me preguntó ¿qué es la laicidad, que quiere decir ser laico? El término "laico" tiene dos sentidos. El primero indica un estado que no privilegia ninguna religión o concepción de vida, que confiere derechos y establece la igualdad para todos los ciudadanos, independiente de sus convicciones filosóficas. El segundo, indica a las personas o grupos para los que la libertad de juicio, incluso en lo relativo a la religión y la tolerancia, constituyen fines fundamentales. Hablamos, desde luego, de objetivos o de valores no confesionales.

Laicización de la sociedad
Habría que referirse a 1548 como el inicio de una etapa que privilegió la tolerancia. Polonia, durante el reinando de Segismundo (1548-1572), fue el primer país en permitir la tolerancia religiosa. En Francia, el Edicto de Nantes (1598) impuso una efímera atmósfera de tolerancia aunque limitada hacia los protestantes (hugonotes), luego suprimida en 1685. El primer ideólogo importante de la tolerancia que tuvo Francia fue Pierre Bayle, quien debió abandonar el país definiéndose desde 1682 por la tolerancia religiosa del Estado y, adelantándose al ambiente de su época, fue el primer pensador de la edad moderna que incluyó también a los ateos entre las personas que debían ser toleradas por las autoridades.

La laicización de la sociedad procura que la vida pública sea independiente de ordenanzas religiosas. A este respecto, convendría destacar algunos procesos de laicización, tales como el derecho al divorcio, a la creación de escuelas y de hospitales públicos y la abolición de condenas que afectaban a los no creyentes. El laicismo no es antirreligioso; por el contrario, constituye el único medio para garantizar a cada uno el respeto real a sus convicciones religiosas.

La neutralidad del Estado
En un Estado democrático y laico, todos los ciudadanos deben ser iguales. Por esto, la neutralidad del Estado es indispensable: las leyes deben también organizar un sistema de enseñanza pública neutra donde todos los niños aprendan a vivir en conjunto en la diversidad de creencias, de convicciones no religiosas, de nacionalidad, etc. Un estado laico no debería financiar colegios privados.

La separación de la Iglesia del Estado protege a todos los ciudadanos contra la desigualdad de trato, desde un punto de vista religioso. Cuando la Iglesia y el Estado se separan y por lo tanto son autónomos, las doctrinas religiosas no pueden intervenir en la vida de los ciudadanos.

El laicismo hoy
El laicismo es más que la separación de la Iglesia del Estado. El ideal laico comprende la vida humana en todos sus aspectos. Desde ese punto, los masones que impulsan el laicismo, quieren construir una sociedad más justa, generosa y racional, donde el libre desarrollo de cada uno no impida la solidaridad. Para alcanzar este objetivo el laicismo en el sentido amplio de la expresión, debe responder con agilidad a los nuevos desafíos y ser activo en el plano social, cultural y político.

La actitud de la vida laica es profundamente humanista. En razón lucharon por el sufragio universal y han exigido, entre otras cosas, el derecho para que cada uno tenga un funeral no religioso si así lo desea.

Laicizar la ley significa que se la libera de toda sumisión a las doctrinas religiosas. El hecho de que una parte de la población rechace el aborto por razones religiosas, no puede impedir a los otros ciudadanos hacer sus propias elecciones en su vida privada.

Constante debate
Existe una gran controversia con respecto a la eutanasia, la clonación y a la investigación sobre el embrión. Los masones que promueven el laicismo no desean que la investigación científica se desarrolle sin control, pero tampoco quieren impedir las investigaciones y los progresos útiles que ellas propician. Entonces se hace necesario que haya un constante debate alrededor de los problemas relativos a la ética y que los comités de ética se ocupen sistemáticamente en esos problemas.

En conclusión, nos oponemos a que una visión religiosa de la vida se imponga a todos los ciudadanos, el ser humano ante todo es libre.

Christian Gadea Saguier
© Blog Los Arquitectos

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