Días pasados en el salón de pasos perdidos de la logia donde trabajo, junto con unos hermanos, estuvimos dialogando en torno al título de esta nota. Cuando expresé: "la eutanasia voluntaria es un derecho humano, un derecho humano de la primera generación de derechos humanos, un derecho de libertad", la mayoría quedó pasmada y en más de uno salto el tabú religioso que impide un diálogo libre sobre asuntos que hacen, para mí, al progreso humano.
¿Por qué la Iglesia católica se opone tan ferozmente a la eutanasia? La respuesta que expuso el filósofo Salvador Pániker en una tribuna de El País parece clara: "porque si se generaliza la práctica de la eutanasia voluntaria, si se desdramatiza el acto de morir, la Iglesia pierde poder. La Iglesia siempre ha fomentado una teología del terror a la muerte, reservándose para ella el control de las postrimerías. En consecuencia, la Iglesia tolera mal la secularización desdramatizada del morir que supone la eutanasia".
Añadamos, de pasada, que la Iglesia siempre ha sido prisionera de su pretendido monopolio teológico de la verdad, lo cual la ha conducido a inmiscuirse en cuestiones que no le competen. Así, por ejemplo, ya san Ambrosio, en el siglo IV, se oponía a los preceptos de la medicina por ser contrarios a la "ciencia celestial" y al poder de la plegaria. Lo mismo pensaba, siglos más tarde, el arrebatado san Bernardo de Claraval. Y hasta el siglo XVI estuvo condenada por la autoridad eclesiástica la disección de cadáveres y el estudio de la anatomía. Y ya a finales del siglo XVIII, el magisterio de las iglesias cristianas se opuso a la vacuna antivariólica porque entendía que la viruela era un castigo divino, y el hombre no debía sustraerse a ese castigo. (Con la misma lógica se prohibió desviar el curso de los ríos porque ello significaba "corregir la obra de Dios"). Y en el XIX las mismas iglesias se opusieron a la utilización de la anestesia en los partos. Y actualmente se oponen a la investigación con células madre, a la planificación familiar, al uso del preservativo para combatir el sida, etcétera. Y no olvidemos, claro está, que hasta hace unas décadas la Iglesia condenaba la libertad de conciencia, la libertad de enseñanza, la libertad de reunión, la democracia, el socialismo, el sindicalismo, el liberalismo y los derechos humanos. Lo de la lucha contra la eutanasia no es, por tanto, más que un nuevo episodio dentro de esta costumbre milenaria que tiene la Iglesia de intentar conservar su poder inmiscuyéndose en asuntos que no le incumben.
El sufrimiento de un ser querido es una experiencia que marca a cualquier ser humano. Pero en algunos casos la experiencia directa del dolor de un familiar puede marcar toda una vida y darle un rumbo inesperado a la existencia. Fue el caso del doctor Jerôme Sobel, especialista en cirugía maxilofacial, de 55 años, casado y con dos hijos. "La grave y dolorosa enfermedad de mi abuela, a la que tanto quise, está en el origen de mi lucha. Sus demandas constantes y lúcidas de poner fin a su vida me hicieron tomar consciencia del drama", explica en una entrevista que le realizó Rodrigo Carrizo del diario El País de España.
Jerome lucha por el "derecho a la muerte digna" desde el seno de la asociación Exit, que dirige desde 1982. Y es que este hombre sereno y de sonrisa afable ha hecho del suicidio asistido un tema de interés nacional en Suiza. Allí no está perseguida por la ley (aunque sí lo está la eutanasia activa), y la opinión pública apoya en un 87% el derecho de los enfermos terminales a poner fin a su vida con ayuda de organizaciones como Exit, que cuenta con 70.000 socios.
Plantear el tema en sociedades latinoamericanas como en la que vivo es todavía impensable, aquí aún vivimos regidos por la doctrina Católica, pero el tiempo nos dará la razón. De hecho en países como Holanda, Bélgica y Luxemburgo la eutanasia ya se encuentra legislada. Es hora que los demás políticos europeos legislen la asistencia al suicidio y también la eutanasia activa para casos extremos, en similar a las que ya rigen en Holanda, Bélgica o Luxemburgo. Incluso en Estados Unidos la tesis comienza a ser aceptada. "El Estado de Washington está por aprobar una ley siguiendo el ejemplo de Oregón, donde ya está vigente", explica el médico durante la entrevista, y aclara que "en los países que practican el suicidio asistido no hay ninguna deriva peligrosa".
Con mis hermanos no llegamos a conclusión alguna, pero el primer paso quedó ordenado en aquel salón, pues la idea entró en la mente de cada uno. Queda madurar y a lo sumo vivir experiencias como las que el doctor Sobel contó a Carrizo. Por de pronto me pongo a escribir una columna para mi blog sobre Eutanasia, Iglesia y Libertad, emulando al título de la tribuna de aquel filósofo.
Christian Gadea Saguier
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Un muy buen tema de discusión como siempre en tu Blog mi apreciado Christian.
ResponderEliminarRealmente los tabúes religiosos pueden más casi siempre, y no es de extrañar que este tipo de tabúes también estén insertados entre personas que nos consideramos libres pensadores.
Mucho tenemos que evolucionar todavía los paraguayos, esas décadas de Dictadura Militar y como pais donde la Religión oficial fué la católica, no se supera en poco tiempo. Es un proceso muy largo y difícil, un camino que estamos obligados a encarar.
Silvio
eutanasia = eutaNAZI = genocidio
ResponderEliminarwww.spkpfh.de/Andaluces_levantaos.htm
www.spkpfh.de/EutaNAZIsmo_primigeniamente_medico_protocolo.htm