¿Cuál debe ser la conducta de los masones?

Nos proponemos examinar el delicado problema que se presenta cuando por parte de la Masonería se ofrece una sólida doctrina filosófica y ética, utilizando una adecuada metodología para la enseñanza de sus postulados y principios, se trata de formar la personalidad del masón dentro de esa doctrina y, sin embargo, en la realidad social externa y en la convivencia masónica interna, se producen situaciones, actos y conducta que desvirtúan esos objetivos.

El problema es complejo y difícil porque no existe un patrón único que explique los múltiples casos que se presentan y las circunstancias muy diversas que los acompañan. Por ello, trataremos de examinarlo conforme lo percibimos, reconociendo que seguramente existirán otras opiniones distintas para apreciarlo.

Como las conclusiones a que llegaremos están directamente relacionadas con la conducta del masón debemos tener presente, en primer lugar, lo que nos señala al respecto la Constitución Masónica, en su Declaración de Principios.

Nos dice que como “institución docente tiene por objeto el perfeccionamiento del hombre y de la humanidad” y que “a través de sus miembros proyecta sobre la sociedad humana la acción bienhechora de los valores e ideales que sustenta”.

En otras palabras, la Masonería prepara a sus miembros dentro de una concepción humanista, laica y racionalista, para que construyan una superior posición frente a la vida y actúen dentro de formas perfeccionadas de convivencia, de modo que su ejemplo sea esencialmente dignificador.

De esta manera, la orden procura que sus miembros, además de acrecentar el patrimonio intelectual, social y ético de la Masonería, ajusten su conducta de manera que en toda ocasión su comportamiento armonice con la misión de la orden de ser fuerza moral y soporte de la doctrina de fraternidad, equidad, paz y justicia social.

Así, el perfeccionamiento del masón tiene un sentido práctico y realizador, a favor del progreso de la comunidad y de la eficacia de su enseñanza.

Hasta aquí, en mi opinión, llega la misión de la Masonería. En efecto, toda la estructura intelectual y filosófica de la Masonería y la acción para realizar sus objetivos fundamentales, se basa en el concepto de que el masón, perfeccionado en sus prácticas y doctrinas, se deberá desempeñar proyectando en su actividad profana y en toda ocasión una conducta o comportamiento acordes con ellas.

En otros términos, el hombre fraternal, digno y a la altura de los principios masónicos, debe aparecer como fruto de la formación masónica de su personalidad.

Si bien en algunos casos, pocos por cierto, no se dan estos resultados, no puede atribuirse a la Masonería las consecuencias de conductas desviadas o incorrectas de esos masones, porque el ámbito en que generalmente se dan –en el mundo profano- queda fuera de control directo y de las obligaciones de la orden.

Sin embargo, no podemos pasar por alto posibles comportamientos inapropiados, aunque estos se den de manera muy aislada. Debemos tener un infinito respeto por los posibles defectos o errores de nuestros hermanos, debemos tener esperanza en su capacidad de enmienda, pero en ningún caso los valores centrales de tolerancia y fraternidad deben ser obstáculos para impedir que la orden sea utilizada para fines ilícitos o reprobables.

Por el mismo motivo debemos ser un modelo de moral masónica en todos los sentidos, no pudiéndose entender, por poner un ejemplo, que el máximo representante de una obediencia o que un maestro masón, fuera sospechoso de realizar negocios de dudosa moralidad, sin ser denunciado desde la propia masonería, pues ello pondría en jaque a la Orden misma, vertiendo serias dudas sobre el propósito de la masonería no ya como institución, sino como titular de un verdadero método iniciático de perfección.

Si bien la conducta de los hermanos en sus actividades profanas queda fuera del control y de la misión esencial de la orden, esto no quiere decir que ello sea indiferente para la Masonería al momento de calificar esas conductas internamente con la reprobación que se merece y adoptando, si el caso lo requiere, las decisiones pertinentes por el incumplimiento de los deberes masónicos que minan a su idoneidad y honestidad como miembros de la orden.

Así estará siempre presente la Masonería, para hacer valer el peso de su autoridad moral respecto de aquellos hermanos que demuestran no haber asimilado sus enseñanzas y doctrinas.
Cuando, en estos casos se acusa a la Masonería como inoperante en su acción profana, se le está exigiendo a la institución asumir una responsabilidad que no le corresponde, que no es propia de su esencia y finalidad. Como creemos haberlo demostrado, toda vez que su misión llega únicamente a estructurar una filosofía de valores humanos que transmite a sus miembros, con miras a que se perfeccionen en esas doctrinas y se conviertan en hombres buenos, juiciosos, prudentes, sabios, fraternales y solidarios.

Cabe destacar que en el cumplimiento de tales objetivos descansa la importancia y trascendencia de la orden.

Es sabido que la Masonería no tiene la estructura orgánica que le permita actuar dentro del mundo profano y social, como institución, imponiendo decisiones o comportamiento determinados a sus miembros en los problemas contingentes que se presentan.

De las consideraciones que hemos hecho se desprende, en consecuencia, que no se puede desconocer que la Masonería, con una tradición más que milenaria, ha cumplido y cumple dentro de las sociedades un rol valioso en el campo del humanismo, defendiendo su pensamiento de libertad, justicia social y moral laica. Los desaciertos, incorrecciones o conductas desviadas en que podrían caer unos pocos hermanos en sus actuaciones profanas, no pueden disminuir su prestigio y la solidez de su doctrina, porque ella no asume un papel ni interviene como tal en la problemática social contingente. Son los hermanos quienes tienen la responsabilidad de someter sus conductas a las enseñanzas y principios que ella les ha entregado. De manera que, si así no ocurre, caerá sobre éstos el reproche moral de toda la orden, sin afectar con ello la esencia de la doctrina masónica, su validez, su metodología y la obra que realiza.

En definitiva, la conducta de un masón más que bellas palabras y discursos sobre el recto comportamiento, se define en sus actos y ejemplos que da a la sociedad.

La entereza de carácter

Una de las virtudes que más define al hombre, como ejemplo digno de imitarse es la entereza de carácter; virtud esta que se cultiva en todos los climas, pero que no es peculiar a todos los hombres. La entereza de carácter de Terencio, nos dice, el Dr. Marañón en su libro sobre Tiberio, salvó en parte el prestigio, harto por los suelos, de la Roma de los Césares. Y cuando el célebre senador abogó porque se perdonasen las faltas de los amigos del Emperador, lo hizo más para defender los fueros de la justica que para ganarse una amistad que en nada le favorecía. Al exclamar en el Senado: "No quiero citar a nadie: a todos acuso y a todos defiendo con mis palabras y con mi propio riesgo", quiso expresar el resentimiento que tenía contra la corrupción de una época incapaz de ofrecer hombres lo suficicientemente dignos y patriotas que se opusiesen a los extravíos del César. Terencio tuvo que defender la justicia como designio emanado de Dios y no como principio del Código Penal. Como designio de Dios, la justicia es inflexible; en cambio, manejado por los hombres, se encuentra al arbitrio de las pasiones y livianidades humanas. Esa entereza de carácter es necesaria en los momentos del naufragio de la ética humana, nos dice el Dr. Marañón, porque cuando sobreviene el hundimiento de todos los valores morales, sucede lo que con el diluvio universal: se salva invariablemente una pareja de cada especie, en la misma forma que se rescata el decoro de aquellos hombres que de las insondables profundidades del desastre surgen como ejemplos de dignidad y entereza de carácter, desafiando las amenazas de la corrupción reinante.

Entereza de carácter debemos tener cuando el ambiente que nos rodea trata de empujarnos hacia las aguas senagosas del vicio y la perversión; cuando en un momento decisivo se juega el honor de nuestra patria y cumple a nosotros velar por su integridad; cuando tenemos que defender los principios de la justicia tergiversados o pisoteados por los agentes del depotismo; cuando, en una palabra, asistimos al entierro del decoro humano y está en nosotros procurar su pronta restauración. Solo así podrá llamarse hombre de carácter quien, haciendo a un lado los escollos que se oponen a su paso y encarándose a ellos, vence la furia de todas las fuerzas, negativas o infamantes, en contra suya.

La juventud debe ser una fuente perenne de entereza de carácter. Su misma estructura biológica y su condición sobre la tierra la obligan a ello. Jóvenes sin entereza de carácter son como plantas sin perfume ni lozanía. Son capullos que se anuncian ya marchitos y sin el vigor necesario para ser vivificados por el sol. Es tan importante la entereza de carácter en la juventud, que una de las más reputadas Universidades de los Estados Unidos en su frontispicio está la leyenda: "Si has perdido la fortuna, has perdido algo; si has perdido la salud, has perdido mucho; si has perdido el carácter, lo perdiste todo". Por eso la juventud debe situarse siempre sobre una plataforma, substancial y definitiva, de entereza de carácter. Así fueron los antiguos griegos, y es la razón por lo que la historia señala sus ejemplos como constructivos para la Humanidad.

En las Vidas Paralelas, de Plutarco, encontramos verdaderos ejemplares de entereza de carácter. También los tenemos en la Edad Media, y con ellos debemos recordar el sacrificio de Miguel de Servet y la fuerza moral de Castellio al protestar por el crimen que se consumaba en la persona de aquel hombre justo. Los nombres de Washington, Jefferson, Bolívar, San Martín, Morazán, Lincoln, Juárez y tantos más, testigos son de la presencia de nuestra América en ese sentido. Este es el ejemplo que debemos imitar.

Masonería e intolerancia religiosa

Los difíciles momentos de cambio que estamos viviendo indican que ha llegado la hora de repensar si es posible liberarnos de las moralinas que en nombre de lo divino atentan contra la misma existencia de la humanidad. En el mundo posterior al 11 de setiembre de 2001, la religión ha salido de lo privado para estar presente en el espacio público más que nunca. Las investigaciones sobre el origen del cristianismo y el legado de Jesús están socavando los cimientos que durante 2.000 años ha sostenido al Vaticano. También desde el Medio Oriente llegan los fuertes discursos contra la cultura occidental vista por fundamentalistas del Islam. Así el retorno de lo religioso se hace presente y la teoría del Choque de civilizaciones que predijo Samuel Huntington está más cerca que nunca. Ha llegado el momento de reconfigurar el humanismo, independiente de sus confesiones religiosas e instalar una fuerte presencia de la laicidad como principio de las repúblicas.

Quienes pretenden anular la laicidad para aplicar el adoctrinamiento religioso en los ámbitos de la República, atentan contra uno de los principios más elementales del ser humano, el del libre albedrío expresado como la libertad individual.

Por esto entendemos que debemos promover por una laicidad como expresión total de libertad frente a los dogmas y a los fundamentalismos no sólo religiosos, sino políticos, xenofóbicos, y otras concepciones metafísicas que deben ser patrimonio individual de cada ser humano.
Este concepto de laicidad total, así como tiene expresión en el concepto de libertad, también se asocia al concepto de igualdad puesto que sin ella no podría concebirse una distribución equitativa en el orden moral, jurídico y político entre otros. Igualdad de derechos a la existencia, a la dignidad, a la felicidad, a la justicia, al perfeccionamiento y a practicar en lo colectivo.

La laicidad debe ser una, que convoque a todos, religiosos, ateos, agnósticos. Es un método de convivencia entre todas las posiciones que excluye de raíz las posiciones de privilegios, por muy tradicionales que éstas sean. Como expresaba el educador inglés del 1700, John Wesley “Pensamos y dejamos Pensar”.

Los antiguos problemas conexos con el proceso de globalización han cambiado nuestro mundo; después de un largo período, durante el cual la dimensión religiosa y espiritual parecía declinar, la ilusión simplista que el desarrollo tecnológico, con el colapso de la Unión Soviética, habría superado cualquier problema científico, se ha desvanecido definitivamente. Hoy debemos enfrentar un mundo mucho más complejo, donde las fronteras nacionales no pueden separar culturas y tradiciones, y donde las diferencias entre interno y externo pierden paso a paso su significado, tal como nos ha mostrado el ataque terrorista a España.

La guerra que estamos viviendo es igualmente global, y nadie puede pensar que se encuentra fuera de este gran y trágico juego. En este contexto, nuevas formas de intolerancia religiosa asumen un fuerte y creciente significado político; algunos dogmas religiosos, expresados de una forma tosca, esquemática y sin sentido crítico, son utilizados hoy en día como un bastón, a veces contra las mismas seculares tradiciones o simplemente como un instrumento de propaganda más eficiente y políticamente convincente y, obviamente, por estas mismas razones, extremadamente más peligrosos.

Un Mundo Occidental, presentado vulgarmente como judeo-cristiano de hecho se está convirtiendo en el blanco de un Oriente islámico, según el plan de algunos movimientos religiosos fundamentalistas que están intentando asumir una nueva forma de liderazgo espiritual, particularmente en África del Note, en el Medio Oriente, en el Sudeste Asiático y en el Asia Central.

En el lado opuesto, podemos ver que algunas reacciones psicológicamente negativas están echando raíces en la opinión pública europea, tanto así que muchas personas que ya están impresionadas por el actual fenómeno de la inmigración, ahora se sienten profundamente consternadas por la violencia de los actos terroristas; es así que muchos ciudadanos consideren, unilateralmente, a los musulmanes como intolerantes, terroristas en potencia, o incluso peor.
En esta situación, nuestra orden no puede permanecer en silencio y observar la evolución de esta tragedia como algo externo o simplemente profano para nuestras esotéricas mentes y almas.

La primera razón que nos impone una clara respuesta se debe a la dramática circunstancia de la que es objeto la Masonería con una propaganda muy violenta e insultante por parte de algunos grupos fundamentalistas, quienes proponen la reciente exhumación de algunas mitologías comunes y muy antiguas, concernientes a un notorio plan masónico de dominio mundial.

Tampoco podemos olvidar que, en el pasado, en muchos países europeos y americanos la Masonería ha sido severamente atacada, perseguida, prohibida y continuamente condenada por prejuicios religiosos y políticos; hasta que las ideas de tolerancia, democracia parlamentaria, estado laico, libertad religiosa y respeto mutuo, o los principios fundamentales establecidos en la Carta de los Derechos Humanos no se hicieron actuales y aceptados. De hecho, desde el punto de vista de esas personas intolerantes, nuestra existencia, nuestra cultura, nuestra filosofía, nuestra historia deben ser completamente canceladas.

Debemos recordar que nuestra orden no se negó a iniciar a musulmanes, parsis, hindúes, siks, y muchas otras personas de varias religiones del mundo. Gracias a la Masonería, muchas concepciones culturales positivas concernientes a los ideales de tolerancia, hermandad, libertad, democracia, igualdad, o la misma idea de “Derechos Humanos”, han crecido no solo en Europa y en los Estados Unidos, sino también en varios países orientales y africanos.

Si, por un lado, está claro que como Masones no nos ocupamos de política partidaria, por otro lado, no podemos pensar que nuestra filosofía no tenga impacto social ni cultural en las vidas de muchas personas. Esto significa claramente que el espacio ritual y esotérico ofrecido por nuestra orden representa un medio de educación espiritual y social, que propone a personas de distintos países, tradiciones y religiones, la oportunidad de compartir grandes ideales y fundamentales conceptos éticos. Tal clase de educación es obviamente un serio problema, desde el punto de vista de estos nuevos terroristas, fundamentalistas y modernos hijos de la intolerancia.

Debemos resistir, no encerrándonos en nuestros hermosos templos, debemos ofrecer una laicidad entendida en la no hostilidad a la religión como opción espiritual particular, sino en la afirmación de una libertad de conciencia para cada ser humano.

Este será un claro testimonio en las sociedades abiertas, donde la necesidad de nuestras profundas ideas y principios está creciendo más y más, así como crecieron durante el iluminismo para dar forma al mundo de libertad que hoy vivimos.

Presentación de libro: "¿Como Dios Manda?"


Un público numeroso y atento llenó el ámbito del Club del Progreso en la presentación del libro "¿Como Dios manda? Iglesia, masonería y Estado en la Argentina. En qué creían los que hicieron el país", de Lucía Gálvez, licenciada en historia y autora de diversos ensayos, como "Mujeres de la Conquista" y la misma historia de ese club fundado en 1852, yendo hacia el cual se suicidó en un carruaje Leandro N. Alem. Entre otros, estaban Armando Ribas, María Sáenz Quesada, José Luis de Imaz, Enrique Mayochi, Bartolomé Tiscornia, Luis Vincent de Urquiza, Víctor Massuh, Delfina Gálvez de Williams (hija del escritor Manuel Gálvez), que a los 93 años sigue escribiendo libros.

La obra presentada está dedicada a "aquellos que se tomaron en serio la tarea de construir una Nación y a los pocos que, desde un presente conflictivo y hacia un futuro incierto, intentan seguir su ejemplo". Se pregunta cuáles eran sus creencias, sus dudas; si sus ideas fueron siempre las mismas, cómo influyeron las ideas liberales llegadas de Europa en la religión católica aprendida en sus hogares y escuelas. Sin perjuicio de antecedentes y consecuencias, está centrado en el siglo XIX.

En la presentación habló sobriamente la autora, quien agradeció a todos y expresó que el tema de la influencia masónica en nuestra historia no ha sido demasiado tratado, falta que no puede atribuirse sólo a prejuicios o a falta de interés. La primera razón, reconocida por los propios masones, según estimó, es la escasez de documentos. O no existían por haber sido destruidos o los propios protagonistas no querían mostrarlos por distintas razones (ser mal interpretados, perder el halo de esoterismo y misterio que los caracterizaba). Consideró que esa actitud ha cambiado actualmente. Eduardo Callaey, historiador, miembro de la Academia de Estudios Masónicos de la Gran Logia de la Argentina, se explayó en aspectos de la trayectoria de la organización en el país.

Estaba previsto que hablara Bartolomé de Vedia, presidente de la Academia de Periodismo, pero no pudo estar por un problema de salud, y en su lugar habló Roberto Bosca, abogado, profesor de Doctrina Social de la Iglesia. Señaló que el libro pone en claro aspectos que permanecen en la leyenda y el mito, y consideró que muestra realidades sin acomodamientos de uno u otro lado, sin leer la historia como una dialéctica de opuestos. Pero expresó que por lealtad a la verdad y honestidad intelectual, "no todo ha de ser té con masitas", como dice su amigo, el rabino León Klenicki. Y en ese sentido, consideró que la masonería y el catolicismo no son asimilables el uno al otro, básicamente porque el relativismo no es conciliable con el mensaje cristiano. Aunque ser diferentes, consideró, no quiere decir que no pueda haber una valoración recíproca.

El libro será presentado por segunda vez en la Feria del Libro el 5 de mayo, donde hablará de nuevo Callaey, junto con un sacerdote, el padre Ernesto Salvia. ¿Cómo Dios manda? devela la verdad sobre la masonería y las creencias de sus miembros, y desmiente las versiones que confunden las ideas liberlales o el anticlericalismo de algunos de nuestros próceres con ateísmo o irreligiosidad

Conferencias de la Masonería Argentina en la 32º Feria del libro

Hasta el 8 de mayo se realiza en La Rural, predio ferial de Buenos Aires la Feria Internacional del Libro, una verdadera ciudad de libros, un catálogo nacional e internacional de industrias editoriales y una fiesta de la cultura. Es la muestra más importante de Latinoamérica y destacado referente en el nivel mundial, que convoca a más de un millón de asistentes.

Los hermanos argentinos tienen previstos varios
Actos Organizados por la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones

Domingo 30 de Abril,
de 19.00 a 20.30 hs.
Sala J. Villafañe.
Tema: Masonería: orígenes y simbolismo.
Expositores: Eduardo Callaey y Daniel Echeverría.
Moderador: Antonio Las Heras.

Domingo 7 de Mayo,
de 16.30 a 18.00 hs.
Sala Julio Cortázar.
Tema: Masonería: presente y futuro.
Expositor: Gran Maestre de la Masonería Argentina
Dr. Sergio Héctor Nunes.
Moderador: Antonio Las Heras.

Lunes 8 de Mayo,
de 20.00 a 21.30 hs.
Sala Victoria Ocampo.
Tema: Masonería: historia y política.
Expositores: Jorge Marasco y Oscar Pereyra.
Moderador: Antonio Las Heras.


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Fuente: Revista Símbolo

La granada, fruto de la armonía

La granada en la antigüedad se cultivaba en lo huertos caseros para deleitar a las familias y aunque en la actualidad no es un fruto de consumo masivo, ocupa sitiales insospechados en el universo simbólico, en especial en el templo masónico, donde se le considera como el fruto de la vida, que es germen y sustancia a la vez, representando además, la necesaria armonía social que emerge de pequeñas semillas interrelacionadas, unidas que exponen su luminosidad hacia el exterior.

En Egipto se conoció y se cultivaba en tiempos de la XVIII dinastía, unos 1500 años antes de Jesús. Todavía hoy el jugo de su fruto fresco -la granadina- sigue siendo muy popular en El Cairo. Además, en diversos registros históricos encontramos referencias a esta especie. Así por ejemplo: segúan Jacson, en su obra Los Misterios Antiguos, el amanuense del rey Tosues I, llamado Ann (sol), hizo plantar en el parque funerario de su rey cinco granados.

El libro de los Reyes, capítulo VII, al referirse a la edificación de las columnas del pórtico del Templo de Salomón, construido por Hiram, destaca en el versículo 18: "...y cuando hubo hecho las columnas, hizo también dos órdenes de granadas, alrededor un enredada para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con granadas; y de la misma forma hizo el otro capitel..."

La granada fue el instrumento utilizado por Hades, Señor del mundo subterráneo, para conseguir que su joven y bella esposa, Perséfone, permaneciera a su lado, pese a haber sido raptada por el oscuro Dios: en adelante podría abandonar el mundo de las sombras siempre que no hubiera tomado alimento alguno. Desgraciadamente, la divina dama había ingerido varios granados de una jugosa granada.

En el templo masónico la granada descansa en lo alto de los pilares recordándonos los elevados ideales que persigue nuestra institución. Cada grano simboliza a todos los masones de la tierra, que llevan en sí el néctar y la semilla dispuesta a germinar a favor del bien de la creación. Su jugo rojo de sabor agridulce representa las alegrías y pesares de la vida.

La delgada cáscara de la granada resiste los golpes de la naturaleza y conserva dentro el sabor de un néctar delicioso. Al igual que la Masonería resiste los ataques de quienes son contrarios, conservando la sustancia que da vida. Se le representa abierta, dejando a la vista de toda la estructura organizada, semejante a las logias dispersas por la tierra y reunidas en la masonería universal.

Los masones estamos unidos al igual que los granos de la granada y continuaremos estándolo mientras en nuestras filas exista la armonía y el amor que comprende. Nuestra obra no podría llevarse a cabo sin el entendimiento que permite que al interior de nuestros templos exista la diversidad religiosa y política; pero esta camarería y signo de confianza son necesarios, también en nuestras vidas diarias con todo el universo.

En la representación que encontramos en el templo, las granadas, además de abiertas, lucen adornadas por la flor de la azucena, que corona la cúspide de los capiteles. Esta flor simboliza el candor y la pureza, que significa que la meta del Masón es el idealismo, enmarcado en la pureza de sus sentimientos y el cultivo y práctica de sus virtudes.

La azucena se identifica con el lino o flor de lis, que la tradición heráldica ha escogido como emblema de la paz y la concordia; tales postulados son fundamentos masónicos en la convivencia social.

Así, la Granada y Lirio unidos representan el candor y la pureza junto a la armonía que reina en la Masonería que, por muy multiplicado que sea, constituye una y la misma familia, porque así como las semillas apoyadas recíprocamente en la granada es que toma su verdadera forma. Como las semillas, dentro de nuestras logias somos las semillas: mayores, menores, de apariencias diversas, de aspectos diferentes, de pensamientos propios, profesando distintas creencias o pensamientos políticos, pero siempre unidos por el mismo propósito, unidos por el sentimiento, por idéntico espíritu que la savia nutritiva de vida masónica que está representada en el jugo de la granada.

Una cultura de la legalidad

El comienzo del siglo ha traído buenas noticias para los regímenes democráticos, según datos del Freedom House, en el año 2000 el 62% de las naciones contaban con gobiernos elegidos por el pueblo en elecciones razonablemente competitivas. La cifra resulta impactante si se repara en que, a comienzos del siglo XX, menos de una decena de países podían exhibir ese mérito, y que hace cincuenta años sólo el 14% de los Estados tenían gobiernos surgidos de elecciones libres.

Pero este avance arrollador de la democracia formal no parece seguir la misma suerte cuando de democracias constitucionales o democracias liberales se trata. Es decir, cuando es necesario sumar otros requisitos al voto popular, como el pleno respeto de los derechos individuales, división entre los poderes del Estado, rendición de cuentas de los gobernantes y, especialmente, estricto imperio de la ley.

Resulta un presupuesto insoslayable de la democracia que el pueblo elija libremente a sus representantes, pero esta circunstancia no garantiza por sí sola que estemos frente a una democracia liberal, a un Estado de Derecho donde la ley sea rigurosamente observada por todos sus destinatarios, gobernantes y gobernados. América latina es un buen ejemplo de esta afirmación, pues si bien sus países nacieron a la vida independiente adoptando los mejores textos del constitucionalismo, y han recuperado en la actualidad las formas democráticas, en la gran mayoría de ellos el rule of law es tan sólo una aspiración lejana. Sobreviven en la región rasgos de una cultura autoritaria, de un caudillismo populista que, bajo una concepción paternalista del poder, tiende a depositar en líderes providenciales la solución de los problemas de la sociedad. Las normas legales son percibidas, en ese contexto, como un estorbo formal para el ejercicio de un poder que no admite disensos, controles, ni límites.

No puede haber convivencia civilizada sin ley. Desde Platón y Aristóteles hasta Rawls y Bobbio, pasando por Hobbes, Locke, Kant y Kelsen, nadie discute las ventajas del cumplimiento de las reglas en la sociedad. La desconfianza en la naturaleza humana con su tendencia a los abusos en el ejercicio del poder, llevaron a que fuera la ley de alcance general y abstracta, la mejor garantía de los derechos. La ley cumple asimismo una función de seguridad, pues sus previsiones son aplicadas regularmente a los hechos por ella previstos. Esto es bueno para las libertades, para los negocios, para las artes, para la ciencia, para la política. Trae certidumbre sobre los comportamientos humanos y confiere previsibilidad a las expectativas.

Al contrario, nada hay más peligroso para los derechos que la discrecionalidad y la ausencia de reglas. Por otro lado, la legalidad y la certidumbre jurídica son precondiciones para el desarrollo. En todos los países desarrollados rige el imperio de la ley, tengan o no riquezas naturales. A la inversa, existen numerosos países con grandes recursos naturales que se encuentran sumergidos en el subdesarrollo y en la miseria.

Los demócratas no se fabrican ni surgen por generación espontánea. Es preciso construir una cultura de la legalidad, de prácticas, costumbres, hábitos y creencias compartidas acerca del valor de las reglas. Ello requiere tiempo y un esfuerzo educativo importante. Los gobiernos tienen en el punto un papel central, por el carácter ejemplar que tienen sus comportamientos para la sociedad. El respeto a la ley, y su aplicación igualitaria a las circunstancias que ella contempla, constituye la obligación primaria de las autoridades democráticas. Por el contrario, el apartamiento reiterado de la Constitución, el decisionismo, el observar las normas sólo si no perjudican, no parece que sea el camino adecuado para que la Argentina sea un verdadero Estado de Derecho, donde gobiernen las leyes por sobre la voluntad de los hombres.


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Fuente http://www.lanacion.com.ar/798579

La Logia "Rosario de Acuña" y su proyecto masónico


Damos la bienvenida a los Hermanos de la Logia "Rosario de Acuña" quienes trabajan en Asturias (España) bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia El sitio web es una herramienta para hacer público su proyecto masónico enfocado en temas sociales. Podrán encontran los trabajos realizados de su observatorio masónico y trazados masónicos presentados por los Hermanos de la Logia.

En adelante este Blog y la mencionada Logia trabajarán en conjunto para difundir los principios masónicos. Por ello constituye para nosotros un interesante enlace al cual le invitamos a visitar.

La Masonería en la formación de valores adogmáticos

Conferencia que dicté en Posadas (Argentina) organizada por los Hermanos en el Club de la Sociedad Italiana, el pasado lunes 10 de abril.


Pocos temas despiertan tanto interés en las sociedades como el misterio que envuelve a la Masonería. Por siglos sus miembros han sido perseguidos, quemados y eliminados de las naciones por perseguir valores que hoy constituyen la mayoría de los principios que rigen al mundo.

En los albores del siglo XXI, cuando las libertades de pensamiento, manifestación, expresión ideológica y religiosa están protegidos por los estados, nos preguntamos: ¿Por qué la Masonería sigue estando oculta detrás del velo? ¿Qué tienen o cuáles son las actividades que realizan en sus lugares de reunión, como para que la sociedad no pueda conocer sin iniciarse en sus misterios? ¿Qué encierran sus prácticas a los ojos de la humanidad? Todas estas preguntas son respondidas en el libro que escribí para aclarar el papel de la masonería en la humanidad.

Los difíciles momentos de cambio que estamos viviendo indican que ha llegado la hora de repensar si es posible liberarnos de las moralinas que en nombre de lo divino atentan contra la misma existencia de la humanidad. En el mundo posterior al 11 de setiembre de 2001, la religión ha salido de lo privado para estar presente en el espacio público más que nunca. Las investigaciones sobre el origen del cristianismo y el legado de Jesús están socavando los cimientos que durante 2.000 años ha sostenido al Vaticano. El fin de semana que pasó se publicó en numerosos medios de prensa e inclusive un canal de cable con todas las credenciales presentó una cara distinta de la que conocemos sobre la religión cristiana. También desde el Medio Oriente llegan los fuertes discursos contra la cultura occidental vista por fundamentalistas del Islam. Así el retorno de lo religioso se hace presente y la teoría del Choque de civilizaciones que predijo Samuel Huntington está más cerca que nunca. Ha llegado el momento de reconfigurar el humanismo independiente de sus confesiones religiosas e instalar una fuerte presencia de la laicidad como principio de las Repúblicas.

Quienes pretenden anular la laicidad para aplicar el adoctrinamiento religioso en los ámbitos de la República, atentan contra uno de los principios más elementales del ser humano, el del libre albedrío expresado como la libertad individual.

Por esto entendemos que debemos promover por una laicidad como expresión total de libertad frente a los dogmas y a los fundamentalismos no sólo religiosos, sino políticos, xenofóbicos, y otras concepciones metafísicas que deben ser patrimonio individual de cada ser humano.

Una laicidad entendida en la no hostilidad a la religión como opción espiritual particular, sino en la afirmación de una libertad de conciencia para cada ser humano.

Este concepto de Laicidad total, así como tiene expresión en el concepto de libertad, también se asocia al concepto de igualdad puesto que sin ella no podría concebirse una distribución equitativa en el orden moral, jurídico y político entre otros.

Igualdad de derechos a la existencia, a la dignidad, a la felicidad, a la justicia, al perfeccionamiento y a practicar en lo colectivo.

La Laicidad debe ser Una, que convoque a todos, religiosos, ateos, agnósticos. Es un método de convivencia entre todas las posiciones que excluye de raíz las posiciones de privilegios, por muy tradicionales que éstas sean. Como expresaba el educador inglés del 1700, John Wesley “Pensamos y dejamos Pensar”.

Por ello, la misión principal de la masonería es enseñar la ley de evolución, el hombre perfecto. No es posible hallar una verdadera interpretación de la masonería sino se relaciona su sistema, estrechamente con el proceso evolutivo de la humanidad. Todo en ella gira en torno de un progreso gradual de la oscuridad a la luz y todo lo que la luz trae aparejado.

Se le presenta al candidato, apenas entra al Templo, una piedra bruta y otra pulida y cúbica para indicarle su objetivo de realización. Nadie dejará de reconocer que la evolución es un proceso universal y natural. Ninguno de nosotros es un producto acabado. Estamos siempre en proceso de creación o evolución. La historia del hombre ha sido la historia de la búsqueda y del descubrimiento del sendero evolutivo dentro de sí. En todos los tiempos éste ha hollado el sendero, aceptando sus condiciones, soportando sus disciplinas, ha recibido sus salarios y alcanzado sus metas.

La existencia de ese camino cuenta con el testimonio de todos los que lo han recorrido conscientemente. Algunos están empeñados en la búsqueda de algo que esperan alcanzar fuera de ellos, sin saber que el camino está dentro de nosotros. La masonería muestra, simbólicamente, el drama de la evolución humana. También los pasos mediante los cuales se llega a la meta de perfección del instrumento de manifestación que tiene el ser supremo en nosotros. Muestra el objetivo de realización del individuo; enseña el camino del crecimiento espiritual adogmático y las leyes a que obedece este crecimiento. Empero tenemos que recorrerlo palmo a palmo; el progreso depende de cada uno.

Este es un camino de experiencias que nadie puede vivir por nosotros. No tiene atajos, requiere el roce de la vida que ningún libro o maestro puede otorgarnos. La alegoría del Maestro Hiram trata de enseñar esto a los que buscan la realización propia por medio de un acto divino o una palabra mágica en vez del esfuerzo individual. A diferencia de todos los otros seres en el mundo material, el hombre es el único que tiene la capacidad para tomar su evolución en sus propias manos. De ahí su posibilidad de autorrealización. El puede acelerarla o retardarla. Pero sea cual fuere su duración, tiene que pasar, indefectiblemente, por las tres etapas del proceso natural de la síntesis que caracteriza el proceso evolutivo:
1) la siembra de la semilla
2) su germinación y crecimiento
3) su fructificación como resultado de la fusión o unión de dos polaridades.

Los límites fijan los principios básicos de estos tres grados evolutivos. Tratándose de una evolución en conciencia, este proceso va encaminado a la adquisición del elemento más valioso y más importante para el hombre y para la masonería: ¡LA LUZ!. Aquello que se conoce como la luz del conocimiento.

Estas tres etapas de la evolución humana constituyen unas características de todos los tiempos para todos los hombres en todas partes. Se hallan confirmadas por los conocimientos esotéricos de todas las épocas. En la masonería estos tres grados son solo simbólicos. Hay muchos masones que ostentan el tercer grado, el de maestro y que apenas están en los primeros peldaños del grado de aprendiz en la escala evolutiva. Hay, así mismo, aprendices que, en realidad, son maestros. En el verdadero sentido de la palabra.

La finalidad de estos grados simbólicos es presentar al masón tres objetivos de evolución en conciencia, los cuales debe esforzarse por alcanzar, para que el grado simbólico que ostenta esté más lo cerca posible del grado evolutivo que ha alcanzado. El camino evolutivo, en el cual se funda la masonería, es, desde todo punto de vista, práctico y útil. Significa, para el que recorre, un progreso en capacidad mental, conocimientos, visión, sabiduría y fuerza espiritual. Significa pasar, primero, de la oscuridad a la luz; segundo, de la irrealidad o el engaño de si mismo a la realidad, finalmente, de lo perecedero a lo imperecedero.

Todo esto redunda en un progresivo dominio sobre si mismo y sin destino, con una vida más abundante y un panorama más amplio de la vida y de las cosas. ¡Qué puede ser más práctico para el hombre! La masonería nos ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso humano en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y de lo perecedero a lo imperecedero, y nos ofrece luz para que podamos aprovechar este impulso en vez de tratar de oponernos a él.

Procura demostrarnos, en fin, que seremos esclavos de nosotros mismos y susceptibles a circunstancias limitadoras sólo hasta comprender que el Hombre es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí. La búsqueda del propio interés racional y de nuestra felicidad es el más alto propósito en la vida.

En conclusión la masonería es un canto al espíritu que impulsa a romper las cadenas de esclavitud y dogmatismo, un canto que merece ser vivido por todos aquellos que aman la libertad.

La defensa del laicismo

Un Hermano me hace llegar este texto, que reproduzco a continuación. Cierto es que está en francés. Y cierto es también que esta página, hecha desde un lugar tan remoto como Asunción, está inspirada por el universalismo. No hay fronteras, ni idiomas que las sostengan. El Gran Oriente de Francia se manifiesta aquí, junto a otras entidades, en una de las líneas de actuación que le caracterizan: La defensa del laicismo y que deberíamos fortalecer en el Paraguay, sobre todo luego de las propuestas que realizara el Presidente de la República a la Iglesia Católica.

Les associations laïques réunies le 06 Avril 2006 au siège du Grand Orient de France se déclarent inquiètes des tentatives répétées de droite comme de gauche visant à remettre en cause le socle républicain au prétexte de réviser la Loi de 1905 de séparation des églises et de l’état.

Elles se déclarent unanimement convaincues de l’universalisme et de l’actualité de la laïcité, valeur plus que jamais indispensable à l’édification d’une République humaniste et sociale.Paris le 6 Avril 2006.

Grand Orient de France
Association Laïcité Liberté
Le Chevalier de la Barre
Comité Laïcité République
Mouvement Europe et Laïcité – CAEDEL
Comité Valmy – Association Valmy
Ni Putes Ni Soumises
Fédération Nationale de la Libre pensée
Union des Familles Laïques de France
Ligue de l’enseignement Union Rationaliste

G R A N D O R I E N T D E F R A N C E
PUISSANCE SYMBOLIQUE REGULIERE SOUVERAINELIBERTE - EGALITE - FRATERNITE
Le Grand Orient de France tient à signaler le caractère historique de cette déclaration, qui au-delà du texte, rassemble les signatures des principales associations laïques de France, associations qui ne se parlaient plus depuis plusieurs décennies et qui sans le Grand Orient de France ne se seraient jamais rencontrées.

A l’instar de nos illustres ancêtres, qui, il y a un siècle, pensèrent et firent voter la loi de séparation des églises et de l’Etat, loi qui donna à la France un siècle de paix religieuse, le Grand Orient de France réaffirme sa volonté d’être le fer de lance du combat et de la défense des valeurs fondatrices de notre république.

Ainsi, avec la création de la commission de défense de la Loi de 1905, Ainsi, avec l’écriture en collaboration de sept obédiences de la maçonnerie française des « Chantiers de la laïcité » dont quatre des douze propositions ont été présentées comme projet de loi depuis Janvier,
Le Grand Orient de France entend mettre à la disposition de la République un véritable outil de réflexion, de pensée et d’actions.

L’ensemble de ces réalisations reconnues unanimement positives par l’ensemble des personnalités politiques et laïques, par la presse et par les élus de la République, sont menées dans le cadre du pôle.
Laïcité du Grand Orient de France.
Jean-Michel Quillardet
Grand Maître
Jean-Marie MatissonGrand-Maître adjoint chargé de la Laïcité

Blog sobre masonería y cuestión social

Memoria Masónica y Social desde Asturias se llama este nuevo blog a quien damos la bienvenida.
Desde Asturias se abre un espacio para reflexionar, observar, y contarlo. Un espacio de apoyo al laicismo y a las libertades. Un lugar desde donde las ideas de progreso pueden llegar a muchos lugares. Una pequeña ayuda. Adelante...

Presencia de la Masonería en el Paraguay

Obs: Este trabajo es la transcripción de la conferencia que realicé para la Cámara Junior de Asunción el pasado 6 de abril de 2006.

Pocos temas despiertan tanto interés en las sociedades como el misterio que envuelve a la Masonería. Por siglos sus miembros han sido perseguidos, quemados y eliminados de las naciones por perseguir valores que hoy constituyen la mayoría de los principios que rigen al mundo.

En los albores del siglo XXI, cuando las libertades de pensamiento, manifestación, expresión ideológica y religiosa están protegidos por los estados, nos preguntamos: ¿Por qué la Masonería sigue estando oculta detrás del velo? ¿Qué tienen o cuáles son las actividades que realizan en sus lugares de reunión, como para que la sociedad no pueda conocer sin iniciarse en sus misterios? ¿Qué encierran sus prácticas a los ojos de la humanidad? Todas estas preguntas son respondidas en el libro que escribí para aclarar el papel de la masonería en la humanidad.

Pero también en esta oportunidad conoceremos a la fraternidad, pues se ha convertido tanto en un tema favorito de conversación como en el centro de acalorados debates. De hecho, el acoso a la masonería parece tener grandes probabilidades de tornarse en un deporte descarnado con todas las de la ley. Con exuberancia apenas disimulada y un virtual grito de guerra, la prensa se lanza ávidamente sobre cada nuevo “escándalo entre masones”, cada nueva imputación de “corrupción en la masonería”. Los sínodos de la iglesia reflexionan acerca de la compatibilidad de la masonería con el cristianismo. Los partidos políticos, con el propósito de incitar a sus opositores, presentan mociones que obligarían a los masones a revelar su identidad. En las reuniones sociales, el tema de la masonería surge con una frecuencia sólo superada, probablemente, por los servicios de inteligencia británicos y la CIA. La televisión también ha realizado su aporte a la campaña, organizando al menos un programa para llevar sus cámaras a la mismísima guarida de la bestia, la Gran Logia. Pero no encontraron ningún dragón, y los comentaristas parecían sentirse más bien ofendidos y malhumorados en vez de aliviados, como si de alguna forma los hubiesen engañado. Mientras tanto, por supuesto, la Masonería sigue ejerciendo su fascinación sobre el común de la gente. Simplemente pronunciar la palabra “masonería” en un bar, restaurante, recepción de un hotel u otro lugar público hace que las cabezas giren, que los rostros se vuelvan con actitud atenta, y que los oídos se agudicen para escuchar hasta el menor murmullo. Cada nueva exposición es presa del entusiasmo, incluso del regocijo popular, de una clave de voracidad normalmente reservada sólo a los chismorreos o a las obscenidades.

A pesar del lanzamiento de mi libro en mayo 2005, con el cual tienen la oportunidad de conocer a los masones desde adentro, parte de la sociedad paraguaya aún cree que la masonería es una excusa para la convivencia de oportunistas que buscan contactos para trabajos ilícitos por medio del tráfico de influencias; que es una organización atea destructora de almas; que es un enjambre político de extraordinaria potencia; que cometen todos los asesinatos. Cuanto menos se sabe, más se cree de la Francmasonería. Por eso estoy esta noche con ustedes, para hablarles con propiedad de la presencia de la Masonería en el Paraguay con un lenguaje claro y sencillo

En el proceso de construcción de esta conferencia me he visto forzado a afrontar la clase de preguntas que anidan en la mente del público actual, y que tan a menudo plantean los medios de difusión. ¿La masonería está corrupta? ¿Es una amplia conspiración internacional dedicada a algún oscuro fin inconfesable (como si el secreto fuese barómetro de la infamia)? y la sociedad en general al leer las publicaciones en los diarios de los últimos meses me cuestiona ¿Es un conducto para sobornos, favores, tráfico de influencias y poder en el corazón de instituciones?

Estas preguntas generan una inquietud general en toda la sociedad y en no pocos hermanos jóvenes que no resulta difícil de entender. Por lo tanto, merece el tema un breve análisis.

Dada la naturaleza humana, y sin propósitos de justificaciones, resultaría un hecho en verdad sorprendente si no existiera siquiera un cierto grado de corrupción en las instituciones públicas y privadas, y si parte de esta corrupción no implicara a la masonería. Sin embargo, podríamos argumentar que esa clase de corrupción dice menos acerca de la masonería en sí que acerca de las maneras en que la masonería, al igual que otras estructuras similares, puede ser objeto de abusos. La codicia, la exageración de los logros propios, el favoritismo y otros males por el estilo han sido endémicos en la sociedad humana desde el comienzo mismo de la civilización y particularmente en Paraguay no estuvo ajena.

Son fuerzas que se han valido y han operado a través de todo canal disponible, parentescos de sangre, un pasado común, lazos establecidos en los años de estudio o en las fuerzas armadas, intereses compartidos, simple amistad, y también, por supuesto, la filiación política. A la masonería se la acusa, por ejemplo, de conceder dispensas especiales por su cuenta. La masonería es sólo uno de los muchos canales por los que puede fluir y prosperar el favoritismo; pero si la masonería no existiese, la corrupción y el favoritismo prosperarían de todos modos. Tanto la una como el otro aparecen en escuelas, regimientos, empresas, organismos gubernamentales, partidos políticos, sectas e iglesias y en un sinnúmero de organizaciones. Ninguno de estos ámbitos es censurable per se. Nadie pensaría en condenar a todo un partido político ni a todo un credo porque algunos de sus miembros son corruptos…o manifiestan una marcada disposición a favor de otros miembros y en detrimento de quienes no pertenecen a esa organización. Nadie condenaría a la familia como institución por su tendencia a favorecer el nepotismo.

En toda consideración moral del tema, es necesario mostrar una comprensión de psicología elemental y un mínimo de sentido común. Las instituciones son tan virtuosas, o tan culpables, como las personas que las componen. Si a una institución se la puede considerar corrupta en su sentido intrínseco, sólo es posible hacerlo en esos términos si se beneficia de algún modo con la corrupción de sus miembros. Esta clase de corrupción podría aplicarse, por ejemplo a una dictadura militar o en países totalitarios donde impera un único partido político en el poder, pero resulta muy difícil aplicarla a la masonería. Nadie ha sugerido jamás que la masonería se beneficiara alguna vez de las transgresiones de sus hermanos. Por el contrario, las transgresiones de un masón en particular son egoístas y sirven a propósitos personales. La masonería como institución se ve afectada por las transgresiones de un masón particular. En el tema de la corrupción, por lo tanto, la masonería como tal no es la culpable, sino al contrario, otra víctima de hombres sin escrúpulos que se disfrazan de masones para limpiar sus transgresiones a los ojos de la sociedad. Por lo que permanentemente hacemos los esfuerzos para identificarlos y suspenderlos o expulsarlos.

La Masonería se instala en el Paraguay en dos momentos muy importantes para nuestro devenir. A la primera corriente se la podría identificar en los importantes focos de masones que surgieron con el propósito firme de libertar a estos pueblos del dominio español. En esta gesta participó el primer masón paraguayo que hasta la fecha se sabe; Juan Pablo Fretes, quien ayudado por O`Higgins en Cádiz durante 1799, colaboró en la organización de la Logia “Unión Americana” formada dos años antes por Francisco de Miranda. Fretes era un sacerdote de antigua ley, pobre viandante, predicador sin capellanías ni curias, en su espiritual doctrina vivía para el amor y la enseñanza de los hombres más que para la sacristía.

Al tener conocimiento, José de San Martín del movimiento revolucionario iniciado por sus hermanos compatriotas, ayudados por la Logia “Unión Americana”, abandonó España pasando a Londres, donde se embarcó en la fragata “George Canning” que le condujo a Buenos Aires junto a otros hermanos. Al arribar a Buenos Aires desarrolló dos medidas con las cuales podía triunfar en la revolución que se venía gestando. Primero creó una Logia llamada “Lautaro” El nombre de la Logia proviene de un guerrero araucano que murió defendiendo gloriosamente la independencia de sus tierras. San Martín tomó este nombre como un símbolo, sintetizando en él la orientación a imprimir a los ideales de la nueva logia.

Y en cumplimiento de la Orden que le impartiera el Gobierno de Buenos Aires, San Martín, procedió en segundo lugar a crear una unidad de caballería al estilo de los cuerpos europeos, un escuadrón que denominó “Granaderos a Caballo”. Entre estos militares de las familias más distinguidas de la argentina se encontraba José Félix Bogado, bravo criollo que ligó el nombre de su patria al movimiento que conquistó la emancipación de Chile, Perú y Colombia

Con el tiempo se hizo Coronel y brazo derecho del General San Martín. Además, también perteneció a la Logia “Lautaro” de Chile y fue héroe en el ejército libertador de los Andes, al lado del General O`Higgins. Su diploma de Coronel, del 9 de junio de 1825, lleva la firma de Simón Bolívar, atendiendo sus méritos y servicios.

La primera noticia de los trabajos de Logias masónicas instaladas en el Paraguay tardaron en llegar debido al férreo gobierno del Dr. Francia, pero con la asunción de Carlos A. López, el Paraguay se abrió al mundo y como sabemos contrató a numerosos profesionales europeos para la construcción edilicia y cultural del Paraguay. Con estos inmigrantes, hacia 1845 trabaja en la clandestinidad y en forma secreta la Logia “Pitágoras” en Asunción, bajo la presidencia de Enrico Tuba, italiano que inició en su logia a técnicos inmigrantes que llegaban al Paraguay.

A los efectos de reconocer y ratificar la independencia del Paraguay, además de firmar tratados de comercio y amistad con libre navegación de ríos internacionales, llega a Asunción en 1853 el buque británico “Locus” que transportaba al Sr. Exc. Charles Hotham, primer diplomático británico ante el gobierno del Paraguay. En ese buque, capitaneado por el hermano del diplomático, trabajaba la Logia “Conway” bajo la Veneratura de Ernest Hotham, donde iniciaron a militares y personalidades del gobierno paraguayo que cumplirían una proficua labor en la construcción del país. De esta logia tengo ante mi vista el “acta naval” donde firman los mencionados británicos iniciando a paraguayos, donde no figura Francisco Solano López.

A la muerte del Presidente López, Francisco tenía por deber encontrar las soluciones ante las diferencias con los gobiernos de Brasil y Argentina sobre límites, comercio y otras áreas de capital importancia para la economía de los países. Esa “solución” trajo la desolación y miseria a una sociedad próspera y con futuro.

Cuatro años después de iniciada esta contienda el ejército “enemigo” toma la capital paraguaya y domina las salidas de sus principales ríos. López no obstante, huye hacia el norte donde encuentra la muerte y nace la curiosa visión de que tenía un salvo conducto de “sus hermanos masones” para retirarse del país e instalarse en Europa junto a su esposa, la irlandesa Elisa Linch.

Lo concreto es que en enero de 1869 se funda la Logia “Fe” al mando del ejército brasileño para ordenar y ayudar al levantamiento del Paraguay ante la desoladora situación a la que le condujo su Presidente.

El primer movimiento de esa Logia fue fundar un Asilo para ayudar a las personas que llegaban a la capital en estados infrahumanos. Todas las gestiones realizas obran en las actas que se encuentran guardadas en nuestras bibliotecas. Paralelamente y con la ayuda de los masones argentinos, se inician a quienes serán los autores de la reconstrucción del Paraguay. El Supremo Consejo del Grado 33 para la Argentina autorizó al Dr. José Roque Pérez a fundar logias en el Paraguay. Esa autorización delegó a Don Torcuato Villanueva, Venerable Maestro de la Logia “Constante Unión” Nº 23 de la Ciudad de Corrientes, quien llegado a Asunción, en setiembre de 1869, en la sede de la Logia “Fe”, juntos a los hermanos brasileños constituyen la Logia “Unión Paraguaya”, donde se iniciarán los protagonistas de la reconstrucción del Paraguay, desde Presidentes de la República a políticos, ministros, comerciantes y periodistas, por nombrar algunos:

Cirilo Antonio Rivarola quien integró el Triunvirato, con José Díaz de Bedoya y Carlos Loizaga, aun cuando el Mariscal Francisco S. López continuaba en batalla o huyendo hacia el norte. En esa época se inaugura la Convención Nacional Constituyente, se deja cesante el Triunvirato y se nombra a Rivarola como Presidente provisorio. El 12 de noviembre se celebra la última reunión constituyente para presentar la nueva Constitución del Paraguay. El 24 de ese mismo mes, se dedica a la elección para Presidente y Vice presidentes del Paraguay, siendo electos Cirilo A. Rivarola como Presidente y Cayo Miltos vicepresidente. El Gobierno de Rivarola reorganizó la Municipalidad a cargo del Señor Jaime Escalada, también Masón iniciado en 1869. Creo una escuela para niños y otra para niñas en Asunción y San Lorenzo. Decretó y abolió la esclavitud. Creó las bibliotecas populares, colocando a Jaime Sosa, también Masón, como primer director. Propuso el 5 de diciembre de 1869 que la institución del matrimonio civil sea incorporada en la nueva constitución, cuyos redactores en su mayoría fueron Masones. Realizó la donación de un inmueble para la Masonería Paraguaya sobre la Calle Palma que hasta la actualidad es utilizada por los hermanos para trabajar.

Doroteo Cayo Miltos (1843 -1871) fue en agosto de 1870 Presidente del Superior Tribunal de Justicia. Integró como miembro de la Comisión de Negocios constitucionales, con los Masones Juan José Decoud, Juan Silvano Godoy y Miguel Palacios. Integró también la comisión de Hacienda, de milicias y peticiones con los Masones: Cnel. Federico Báez, Jaime Sosa, Mateo Collar y José del Carmen Pérez. Cuando afiló su pluma en la prensa en Asunción, agitó a los adversarios y pronto descolló por su clara inteligencia. El diario donde trabaja Miltos estaba dirigido por el Doctor Miguel Gallego, Masón, cirujano Mayor y Jefe del Hospital Militar Argentino en Asunción Miltos se constituyó en leader del sector minoritario Club del Pueblo, agrupación política en formación a cuyo frente se hallaba Cándido Bareriro, recién llegado de Europa, también masón.

Juan Baustista Gill ( 1840-1877) Presidente constitucional desde el 25 de noviembre de 1874 al 12 de abril de 1877. Colaborador del “Paraguayo Independiente”, habiendo sido uno de los mejores escritores de su época. Con el Mcal. López ocupó el cargo de Presidente del Supremo Tribunal y condecorado con la Orden Nacional del Mérito. Suscriptor del Acta de la Asamblea del 13 de mayo de 1869 para solicitar la constitución de un gobierno provisorio. Electo senador y consagrado como presidente de dicho cuerpo legislativo. Luego de la revolución de febrero de 1874 con Bernardino Caballero a la cabeza, Gill es designado Ministro de Hacienda y posteriormente Ministro de Relaciones Exteriores para solucionar los tratados de límites con la Argentina. Fue el quien pidió la salida de las tropas brasileñas en junio de 1876. Consigue la firma del tratado Machain-Irigoyen, mediante la cual la Argentina reconocía la soberanía paraguaya sobre el chaco desde el río verde hasta bahía negra, llevándose el litigio al Pte Hayes. Este arbitraje hizo posible la desocupación de nuestro territorio por las fuerzas de ocupación que en forma enérgica Gill exigió su cumplimiento al Brasil y que posteriormente le costara la vida por pretexto de una supuesta conspiración. Se destacó por su espíritu enérgico, como político hábil y de gran arrastre popular. Fue un de los grandes y dinámicos presidentes habiendo su prematura muerte reservado a la República, de mayores beneficios. Fundo el Colegio Nacional de la Capital por la Ley del 4 de enero de 1877. En enero de 1875 se crea el primer museo nacional de la post guerra, que queda anexada a la Biblioteca pública. Gill perteneció a la Logia “Unión Paraguaya” Nº 30 bajo jurisdicción Argentina en la clandestinidad, en cuya acta se lee lo siguiente: “Se inician cuatro candidatos: Fernando Iturburu, Daniel Iturburu, Juan B. Gill, todos paraguayos, mayores de edad”. Juan B. Gill fue Soberano Gran Comendador, colaboro en el seno del Supremo Consejo Gr33 de nuestro país en 1871 con el Gran Maestre Dr. Juan Adrián Chávez. Con el retiro de las tropas brasileñas del territorio paraguayo por decreto de junio de 1876, firmado por el Pte Gill quedaron abandonadas las logias y desprovistas de sus fundadores y dirigentes, poniéndose en receso hasta que el General Bernardino Caballero junto a otros colegas reinician las labores.

De la formación de los Partidos Políticos de los grupos de 1869 al 1887 con los nombres de Club del Pueblo y el Gran Club del Pueblo surgieron los tradicionales partidos populares colorados y liberales. Los dos grandes partidos políticos del Paraguay fueron fundados por masones paralelamente iguales en 1887. El partido Liberal y el Partido Colorado. Fundadores Masones del Partido Colorado: Bernardino Caballero, José Segundo Decoud, Juan G. González, Juan de la Cruz Jiménez, Lorenzo Ortellado, Juan Francisco Decoud, Antonio Recalde, Otoniel Peña, José Itaburu, Jaime Sosa, Juan José Ituburu. Fundadores del Partido Liberal en 1887: Idelfonso Benegas, Simeón Irigoiitia, Salvador Rivarola, Cecilio Báez, José Ma. Fretes, Daniel Candia, Fabio Queirolo, Antonio Tabeada, José Zacarías, Víctor Soler, José Collar, Manuel Amarilla.

Y así podemos seguir hablando de Bernardino Caballero y muchos otros padres que reconstruyeron el Paraguay hasta la llegada de la dictadura.

Nuestras Repúblicas no serían tales si los principios de Libertad y Justicia no reinaran en la mente de los libertadores. El aporte masónico, por medio de sus miembros, constituye un hito histórico en la influencia de una sociedad en la construcción de los países. Pero el legado masónico continúa hoy pero con menos fuerza y protagonismo. Sin embargo la Masonería no está para vivir del pasado, sino para construir el futuro de las naciones por medio del trabajo de sus miembros en el presente.

A pesar de que los Masones siempre hemos sostenido que se puede ejercer la política individualmente pero sin comprometer a la Orden, lo cierto es que el fenómeno sociológico que ha sido la Masonería reviste características políticas innegables.

Reclamamos con énfasis nuestra participación en los grandes acontecimientos y luchas que se han dado en occidente para fortalecer el papel del individuo frente al absolutismo estatal, para independizar naciones de las confesiones religiosas, privilegiar el respeto a los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1791, la erradicación de la esclavitud, la promulgación de los Derechos Humanos de 1948, la creación de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la separación entre la iglesia y el estado, etc. Y esto, es política.

Por otro lado, la enemistad con las confesiones de corte integristas -especialmente con
la Católica - no se ha dado en el campo de las creencias sino en el de los intereses políticos y económicos del Estado del Vaticano y su injerencia indebida en los asuntos internos de otros estados. Nuestra apuesta por la laicidad y la separación del poder religioso del civil es claramente política y una tercería a la vieja pugna, que viene de la Europa renacentista hasta nuestros días, acerca de quien manda a quien entre el Papa y el gobernante local. Y esto, también es política.

En España se dice que la segunda República que aplastó el Generalísimo Franco en 1939 fue Masónica; en Italia se relaciona la Orden con la unificación de la península y la derrota de los estados pontificios; en Rusia con gran parte de las reformas liberales de Pedro el Grande; en Alemania también con las reformas liberales del siglo XVIII; en Turquía con la modernización tras la caída del imperio Otomano; en Chile se le incluye dentro las Fuerzas Morales de la nación; en Uruguay se le vincula con el logro de la educación primaria, secundaria y universitaria gratuita; En Venezuela con Bolívar, en Colombia con Santander, en Ecuador con Sucre, en Argentina con San Martín, en Chile con O'Higgins, en Cuba con Martí, en México con Benito Juárez; en Estados Unidos con Washington, y así sucesivamente en la mayoría de los países del viejo y el nuevo continente. Y todo esto, también es política.

Así en América, de norte a sur, incluyendo el caribe, a la Orden se le presenta en gran medida a partir de referentes ligados a luchas independentistas y a la gestión necesaria para la consolidación de las libertades públicas y privadas en nuestros pueblos. Los nombres de los héroes de nuestra independencia y de los presidentes que han sido Masones son de frecuente mención en nuestras charlas cuando de presentar la Institución se trata. Y esto, también es política.

Entonces, no es extraño que no nos crean mucho cuando decimos que los Masones no nos ocupamos de temas políticos cuando nos reunimos. La verdad es que si nos ocupamos de ellos. Pero no representamos a un partido político ni a una ideología en particular, ni un mundo de poder subterráneo y secreto que tras bambalinas quitamos y ponemos presidentes y ministros, somos ciudadanos al igual que ustedes comprometidos con la República y respetuosos de las leyes.

Sin embargo, no son pocos los escándalos en los que se ha visto arrastrada la imagen de la Masonería, a raíz del acercamiento que algunos miembros han intentado con la politiquería por razones de ambición personal.

Podemos recordar el desprestigio que a la Masonería, en el ámbito internacional, llevó en la década de los ochenta la Logia P-2, cuando sus miembros se dedicaron a iniciar a un grupo de políticos influyentes de Italia, junto con un puñado de Cardenales católicos corruptos, con el objeto de construir una telaraña financiero - política de intereses inconfesables. La muerte aún no aclarada del Papa Juán Pablo I, la quiebra del Banco Ambrosiano, y el "suicidio" de algunos implicados en esos casos, fueron las actividades más conocidas de una mafia que extendió sus tentáculos hasta Argentina y Uruguay. Y esto, es politiquería.

Más recientemente, el diario El Comercio, de Quito, Ecuador, el de mayor circulación en ese país, abrió su edición del día 11 de julio de 2004, con el titular "Los Masones se Dividen por el Presidente", en primera y a media página, con foto incluida. En
la Sección Política, se tituló: "La exaltación de Gutiérrez incomoda a los Masones", y se da cuenta del Aumento de Salario y la Exaltación, a los Grados de Compañero y Maestro, del Aprendiz Lucio Gutiérrez, entonces Presidente Constitucional del Ecuador, efectuado "a la vista" por el Gran Maestro de la Gran Logia del Ecuador, Difilio Vargas Pazzos,. Lucio Gutiérrez fue iniciado cuando era candidato por un cálculo politiquero imperdonable desde el punto de vista Masónico. Y esto, es politiquería.

Y en el campo nacional todos nos conocemos…

Pero en la actualidad, después de contar en sus columnas con lo más granado de la revolución, de ser la abanderada de los principios liberales en el siglo XIX, y de impulsar la oposición ideológica durante la Hegemonía Conservadora confesional que vivió nuestro país, la Masonería se fue alejando, poco a poco, del panorama político nacional. Y esto, también es una posición política.

Esta separación paulatina entre
la Masonería y la política, fue impulsada por el divorcio que se ha presentado entre los partidos políticos y la moral pública. Ante esto, gran parte de los Masones perdieron interés en compartir espacios con una clase dirigente desprestigiada, y en consecuencia abandonaron la vocación de poder que siempre habían tenido. Hoy en día, el sistema de valores de la Masonería y el de la clase dirigente actual son irreconciliables. Y esto, también es política.

Pese a lo anterior, algunos oportunistas aún piensan ingresar a la Masonería para buscar influencias en los escaños que ocupamos en los cuerpos colegiados, en los entes territoriales o en alguna otra entidad. El ingreso de estos hombres muchas veces ha traído desprestigio a la Orden, en los escándalos protagonizados por esos personajes públicos que de Masones solo tienen el mandil. Y esto, no es una posición política sino politiquera.

Queda aún el reto de ayudar en la transformación de nuestra sociedad en
pleno crecimiento valores cívicos. Pero no presentando necesariamente un candidato masón a la presidencia en el 2008 sino contribuyendo con el pensamiento masónico en la mente de los ciudadanos. Y esto, también es política.

Necesitamos una nueva generación de políticos que conduzcan al país, no importa si son colorados, liberales, de patria querida o del encuentro nacional, tampoco importa si son católicos, judíos o protestantes. Nuestra República necesita de líderes morales que sean respetuosos de las leyes, con reconocimiento ciudadano, capacidad de pensar la República en el largo plazo y voluntad de encarar problemas de fondo que nos afectan, como el sistema de representación y de gobierno y la vacía inversión en educación y salud. Pero solo nosotros los ciudadanos podemos hacerlo. Y esto, también es política.

Y hablando de política compartiré brevemente con ustedes la influencia de la masonería en la lucha contra las dictaduras en Latinoamérica, una historia desconocida que no se enseña en las escuelas, que ocurrió entre los años treinta y finales de los cincuenta del siglo pasado.

La 'Legión del Caribe' fue una alianza de políticos democráticos de varios países del continente que pertenecían a la francmasonería. Su cabeza política fue el costarricense José 'Pepe' Figueres. Fue una organización creada por masones, cuya idea surgió en esos años de la lucha contra el nazifascismo y sus expresiones latinoamericanas en las dictaduras.

El último acto de la 'Legión', pero por la vía del GOFA argentino, fue el intento de derrocar al dictador paraguayo Alfredo Stroessner. Para ello colaboró con los que resistían al régimen y contribuyó a armar a los paraguayos que pasaron de la Argentina a la tierra paraguaya con esa intención. Ese papel lo jugaron el comerciante español Miguel Servera, cabeza visible de los gofistas; los paraguayos liberales Justo Prieto, Rodrigo Mesquita Vera y el coronel Eliseo Salinas; el colorado disidente Mario Mayorkin; el contador Cartes Duarte y el bioquímico Burgstaller. Militares argentinos antiperonistas contribuyeron en armar la insurrección contra la dictadura paraguaya.

Entre los insurgentes paraguayos que penetraron la frontera desde
la Argentina había militantes de los partidos Liberal, Revolucionario Febrerista, Colorado disidente y Comunista, además de algunos oficiales paraguayos y militantes católicos. Fue entonces que alguien sopló al dictador Stroessner sobre los grupos insurgentes, los lugares por los que ingresarían y los esperaron. Las fuerzas del ejército que respondían al dictador los emboscaron a casi todos, asesinándolos, uno por uno. Muchos de los cadáveres fueron arrojados al río, arrancados los corazones y ojos, castrados, mutilados. Aparecieron fotografías de esos cadáveres en el periódico socialista 'Afirmación' de la Argentina. Semanas después, el mismo juego de fotos de los mártires paraguayos fue publicado por el periódico 'Propósitos' que dirigían el escritor y dramaturgo Leónidas Barleta.

Esta es una historia casi desconocida que es también un ejemplo de la lucha titánica contra las dictaduras que han ensangrentado a nuestra América latina y que oprimieron a los ciudadanos.

Y continuando con cuestiones desconocidas les comentaré otros de los misterios de los masones, muchos más los encontrarán en mi libro.

La misión principal de la masonería es enseñar la ley de evolución, el hombre hacia la perfección. No es posible hallar una verdadera interpretación de la masonería sino se relaciona su sistema, estrechamente con el proceso evolutivo de la humanidad. Todo en ella gira en torno de un progreso gradual de la oscuridad a la luz y todo lo que la luz trae aparejado.

Sus ceremonias se caracterizan por viajes circulares, indicando ciclos evolutivos de oriente a occidente y de occidente a oriente, o sea de la oscuridad a la luz. Tiene una estrella en el oriente simbólico para guiar hacia allí al masón a través de la noche oscura en que camina. Para cada grado simbólico tiene pasos progresivos hacia el oriente de la luz. La logia, como reproducción simbólica del ser tiene un piso inferior y otro superior, indicando que, en el progreso hacia el oriente se asciende a un plano superior de la vida y de ser. A tal efecto, tiene escalones representativos de sus tres grados simbólicos por los cuales se asciende a ese plano superior.

Se presenta al masón, apenas entra al Templo, una piedra bruta y otra pulida y cúbica para indicarle su objetivo de realización. Nadie dejará de reconocer que la evolución es un proceso universal y natural. Ninguno de nosotros es un producto acabado. Estamos siempre en proceso de creación o evolución. La historia del hombre ha sido la historia de la búsqueda y del descubrimiento del sendero evolutivo dentro de sí. En todos los tiempos éste ha hollado el sendero, aceptando sus condiciones, soportando sus disciplinas, ha recibido sus salarios y alcanzado sus metas.

Este es un camino de experiencias que nadie puede vivir por nosotros. No tiene atajos, requiere el roce de la vida que ningún libro o maestro puede otorgarnos. La alegoría del Maestro Hiram trata de enseñar esto a los que buscan la realización propia por medio de un acto misterioso o una palabra mágica en vez del esfuerzo individual. A diferencia de todos los otros seres en el mundo material, el hombre es el único que tiene la capacidad para tomar su evolución en sus propias manos. De ahí su posibilidad de autorrealización. El puede acelerarla o retardarla. Pero sea cual fuere su duración, tiene que pasar, indefectiblemente, por las tres etapas del proceso natural de la síntesis que caracteriza el proceso evolutivo:
1) la siembra de la semilla
2) su germinación y crecimiento
3) su fructificación como resultado de la fusión o unión de dos polaridades.

La finalidad de estos grados simbólicos es presentar al masón tres objetivos de evolución en conciencia, los cuales debe esforzarse por alcanzar, para que el grado simbólico que ostenta esté más lo más cerca posible del grado evolutivo que ha alcanzado. El camino evolutivo, en el cual se funda la masonería, es, desde todo punto de vista, práctico y útil. Significa, para el que recorre, un progreso en capacidad mental, conocimientos, visión, sabiduría y fuerza espiritual. Significa pasar, primero, de la oscuridad a la luz; segundo, de la irrealidad o el engaño de si mismo a la realidad, finalmente, de lo perecedero a lo imperecedero.

La masonería nos ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso humano en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y de lo perecedero a lo imperecedero

Procura demostrarnos, en fin, que seremos esclavos de nosotros mismos y susceptibles a circunstancias limitadoras sólo hasta que tomemos conciencia del que el Hombre es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros y que la búsqueda del propio interés racional y de nuestra felicidad es el más alto propósito en la vida.

En conclusión, la Masonería es una institución universal, esencialmente ética, filosófica, iniciática y progresista. Ella tiene por principio la libertad absoluta de conciencia y la solidaridad humana. Constituye el centro de unión para los hombres de espíritu libre de todas las nacionalidades y credos. Como institución docente formativa tiene por objeto el perfeccionamiento del hombre y de la humanidad. Promueve entre sus adeptos la búsqueda incesante de la verdad, el conocimiento de sí mismo y del hombre en el medio en que vive y convive, y el estudio de la moral universal, de las ciencias, y las artes para alcanzar la fraternidad universal del género humano.